Hay negociaciones cuyo resultado es elocuente. En el sector de la alimentación, hay quien piensa que muchos de los comunicados oficiales y sesudos análisis del fichaje de Brian Niccol (California, EE UU, 1974) como nuevo CEO de Starbucks están de más. Porque, para explicarlo, bastan un par de detalles.
El primero es que, de conseguir todas sus primas por objetivos, Niccol puede acabar ganando más de 100 millones de euros al año, lo que lo convierte en uno de los CEO mejor pagados del mundo, algo muy meritorio fuera de la tecnología y las finanzas. El segundo es que no dirigirá la empresa desde la fría y lluviosa Seattle, donde Starbucks tiene su sede, sino que lo hará desde una pequeña oficina montada para la ocasión en la soleada ciudad californiana de Newport Beach. La conclusión es clara: Starbucks necesita mucho más a Niccol que viceversa.
El motivo es que la empresa de café atraviesa una tormenta perfecta que se está llevando su reputación por delante, y Niccol sabe mucho de crisis y de cómo resolverlas. En el caso de Starbucks, la empresa mantiene desde hace años un fuerte conflicto con sus sindicatos, que reclaman mejoras laborales a una compañía que presume de progresista. Lejos de resolverlo, el pasado otoño Starbucks denunció a este mismo sindicato por un tuit en el que este expresaba su solidaridad con Palestina. Las redes sociales encolerizaron y propusieron un boicot a la cadena de cafeterías, cuyas........