Como el jugador de póquer que arroja sus cartas y dice que no va, el fondo de inversión canadiense Brookfield, uno de los más importantes del mundo, ha dicho esta semana que retira su oferta por Grifols. El motivo oficial, una due diligence que no ha terminado de convencer. El extraoficial, el precio: Brookfield ofrecía 10,5 euros por acción, unos 6.450 millones de euros en total. A cambio, los canadienses y sus socios se quedarían con un 65% de la empresa, que dejaría de cotizar. La familia Grifols se hubiese quedado el 35% restante. Pero en la empresa no lo ven.
El día 19, el consejo de Grifols recomendó a sus inversores rechazar la oferta: “Infravaloraría significativamente las perspectivas fundamentales de la sociedad”, comunicó a la CNMV. El miércoles, Brookfield informaba al ente regulador de su retirada: “[La empresa] en las circunstancias actuales no está en posición de continuar con una potencial oferta sobre Grifols”. El escueto comunicado ponía fin a meses de rumores. Por encima de cualquier especulación, una realidad: la firma caía al cierre de la sesión del mismo miércoles cerca de un 9%. La familia Grifols, por el momento, ha dicho que no valorará más ofertas.
Detrás, un nombre y un apellido, Bruce Flatt (Winnipeg, Canadá, 1965), CEO de Brookfield desde hace más de 20 años. Apodado el Warren Buffett canadiense por su larga trayectoria en el mundo de la inversión y su capacidad para descubrir diamantes en bruto donde otros solo ven tierra y arena, puso sus........