Cuenta el escritor Neil Gaiman en El chico de oro, uno de sus relatos más celebrados, que el nombre que reciben las personas al nacer no determina su vida, pero de alguna manera sí la condiciona. El cuento narra la historia de Presi, un chico cuya madre está tan convencida de que llegará a dirigir los designios del país y que, directamente, es bautizado bajo el nombre de pila de Presidente. El destino hace el resto: en el relato, Presi se convierte en el presidente de Estados Unidos más joven de todos los tiempos.
De una manera parecida, difícilmente podía saber la madre de Lantian Jay Graber (Oklahoma, EE UU, 1991) hasta qué punto acertó con el nombre de su hija. Acupunturista y casada con un matemático suizo, tras vivir el horror de las torturas, los asesinatos y la quema de libros de la Revolución Cultural china, llamó a su hija Lantian, que en chino mandarín quiere decir cielo azul. Para completar la jugada, por aquello de hacer su nombre más pronunciable, la propia Lantian añadió detrás Jay, que en español se puede traducir como arrendajo, un ave de pequeño tamaño que surca los cielos a gran velocidad.
Algunos de los seguidores de Graber en la red social Bluesky, de la que es CEO, no salen de su asombro con la casualidad. Ella misma parece no creérselo al explicarlo: “Así es. Mi madre me llamó Bluesky, y yo añadí el nombre de un pájaro, y tiempo después una empresa con el logo de un pájaro me pidió que liderara un proyecto suyo que se llamaba Bluesky”.
Sea lo suyo una........