África, cambio climático y alertas tempranas

Las recientes inundaciones en Kenia o Costa de Marfil han vuelto a evidenciar el devastador impacto que los fenómenos asociados al cambio climático están teniendo en África. En Kenia, más de 200 personas perdieron la vida, miles fueron desplazadas y casi 2.000 escuelas resultaron destruidas. El país entero tuvo que cerrar todo el sistema educativo y el impacto económico se sentirá durante años, según dicen los expertos. En Costa de Marfil es desolador ser testigo del derrumbe de edificios e infraestructuras y observar que, un año más, el diluvio sobre ciudades como Abiyán se cobra vidas, nos sobrecoge y destruye partes de la ciudad.

Lo más duro del fenómeno referenciado en Kenia es que las lluvias llegaron a mediados de abril como una bendición, un milagro. Eran las primeras lluvias copiosas tras cinco años de durísimas sequías, achacables también al cambio climático. Pero fueron terribles, lluvias torrenciales que arrasaron barrios enteros de pueblos y ciudades de la región. Igual sucedió en Costa de Marfil, país que fue protagonista de los medios esta primavera cuando se supo que precisamente las lluvias asociadas al fenómeno meteorológico

El Niño, inusualmente intensas en diciembre del año pasado, y las sequías posteriores que se ven interrumpidas ahora por nuevas lluvias intensas, han resultado en malas cosechas de cacao y subida de precios de un lujo muy nuestro, el chocolate.

La dureza de estos eventos extremos pone de relieve no solo la vulnerabilidad de la región, sino también la urgente necesidad de mejorar la infraestructura de monitoreo climático, algo de lo que ya les he hablado en otras ocasiones, pero que es una de las necesidades de las que África tiene gravísimas y preocupantes carencias.

El déficit de estaciones meteorológicas en África impide una previsión precisa y oportuna, exacerbando las consecuencias de desastres naturales y limitando la capacidad de los........

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