La petición de Sudáfrica a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que adopte medidas cautelares que impidan que Israel cometa actos de genocidio, ha despertado al mundo de un letargo donde parecía que nada se podía hacer sino contar niños de Gaza asesinados en la televisión cada día. Este jueves y viernes asistimos a las primeras vistas del caso en el principal tribunal de la ONU, que deberá tomar una decisión en las próximas semanas sobre si debe detener la ofensiva.

De repente, un país del sur del mundo, aún con cicatrices severas de una colonización brutal, que sufrió y venció al apartheid, pone en jaque a una potencia como Israel que lleva décadas boicoteando al máximo tribunal de la ONU y a los 15 magistrados que lo componen.

En realidad, lo que Sudáfrica le está diciendo al mundo es que entendió el dolor de su pueblo durante 44 años y hace de esa herida, no una excusa para el odio, sino una reivindicación de aquello que debería estar en el eje de la construcción del cualquier sociedad y que la vieja Europa ha guardado en un cajón :“Nada humano me es ajeno”.

Sudáfrica ha entendido que contraemos con los pueblos del mundo una deuda moral solo por el hecho de habitar el planeta y la importancia de levantar la cabeza, aunque sea después de haberlo perdido todo, y ver una mano extendida, alguien pensando en el otro y en reparar el dolor y honrar la memoria.

Quizá por eso sea verdad que solo el pueblo salva al pueblo. Quizá si abandonamos esta impotencia impuesta por los inmovilistas para dejarnos paralizados mientras no hacen nada y presionamos a los organismos existentes, aunque estén oxidados, podamos, aunque siempre sea tarde, llegar a tiempo. A tiempo de decir: la humanidad lo intentó. A tiempo de releer en el prólogo del libro más hermoso de Hemingway aquel poema de John Donne:

Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me disminuye, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

QOSHE - Sudáfrica le cuenta al mundo por quién doblan las campanas - Gara Santana
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Sudáfrica le cuenta al mundo por quién doblan las campanas

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12.01.2024

La petición de Sudáfrica a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que adopte medidas cautelares que impidan que Israel cometa actos de genocidio, ha despertado al mundo de un letargo donde parecía que nada se podía hacer sino contar niños de Gaza asesinados en la televisión cada día. Este jueves y viernes asistimos a las primeras vistas del caso en el principal tribunal de la ONU, que deberá tomar una decisión en las próximas semanas sobre si debe detener la ofensiva.

De repente, un país del sur del mundo, aún con cicatrices severas de una colonización........

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