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Leonardo Padura: Ir a La Habana o el alma en pena de una ciudad perdida

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12.01.2025

Por Javier Figueroa

Me falta La Habana y a La Habana le falto yo.
Manolín, El Médico de la Salsa

Ir a La Habana, el libro más reciente de Leonardo Padura, es un libro de viaje. Lo insinúa el título del texto. Si voy a La Habana, es porque me estoy situando en un territorio fuera del lugar al que quiero llegar. ¿Y qué es “La Habana” en este viaje? ¿Quién es el sujeto que transita hacia ella, y por medio de ella y desde dónde se va a ese destino?

Para quien no está familiarizado con la vida en la capital cubana, “ir a La Habana” es una forma de expresión muy común entre los capitalinos cubanos con la que quieren señalar que se dirigen al centro de la ciudad, al lugar en el que se llegó a concentrar la mayor actividad comercial, económica, política y hasta cultural de Cuba. Sin embargo, para Padura la fórmula es solo un pretexto para llevar a sus lectores por el territorio habanero que él ha conocido a lo largo de su existencia, su ciudad, su Habana. Padura es, por lo tanto, el “viajero” que hace el recorrido y quien se sirve de su literatura para ir dibujando el viaje.

Pero Padura no se satisface con presentarle al lector una descripción física y estática del espacio urbano por el que transita y habita, sino que también quiere compartir la metamorfosis acaecida en la ciudad y de la que él ha sido testigo. Ir a La Habana, por lo tanto, es un viaje testimonial a través de un territorio y del tiempo. La ciudad, como el propio autor y sujeto del viaje, tiene una vida.

No obstante, aunque Ir a La Habana es un libro de viaje, no es un texto que se pueda asociar con el turismo, al menos no en el sentido popular de ese término. El turismo se vincula con el ocio y el placer, con el descanso y la aventura. El texto de Padura está muy lejos de satisfacer la búsqueda del recreo y la diversión. Ir a La Habana es un libro duro y desgarrador. Si el famoso poema “Itaca” de Constantin Cavafi propone el disfrute del viaje, el de Padura evoca, más bien, a una Divina Comedia, pero al revés. Mientras que el florentino Dante Alighieri invita al lector a transitar por el Infierno y el Purgatorio para llegar al Paraíso, Ir a La Habana se mueve desde un posible y prometido Paraíso hacia el Infierno junto a una estancia apresurada por el Purgatorio. Disfrutar, en el sentido lúdico no es quizá el verbo más adecuado para caracterizar a este libro de viaje.

Es indispensable advertir que este libro es una suerte de mapa que contextualiza la literatura de Padura en el tiempo y el espacio, y que reafirma la sensación de desencanto que el autor expresa a lo largo de sus novelas.

El viaje comienza en la periferia habanera, en el barrio de Mantilla en donde Padura nació en 1955. Y aunque el foco del relato se concentra en la era revolucionaria iniciada en 1959, el autor toma en consideración los años, los siglos, que constituyen el origen y desarrollo tanto del núcleo urbano habanero........

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