Un nengón para el cemí

Los municipios guantanameros de San Antonio del Sur, Imías, Maisí y Baracoa reconstruyen paulatinamente su normalidad, luego de sufrir severas inundaciones, graves afectaciones en viviendas, viales y cultivos, e inolvidables tristezas en las familias

En verdad se les fue la mano a los guantanameros con sus plegarias, al rogarle a la Diosa Madre Atabey, dueña de las aguas dulces en la mitología aruaca antillana, que les rociara un poco de su poder en las habitualmente tierras áridas de sus comarcas sureñas.

La Madre del Ser Supremo, la Madre Tierra de los taínos, tuvo una extraña forma de complacerles. Si en los últimos meses estuvo brindándoles comedidas tandas de lluvias frescas que engordaron los itabos (manantiales) y los intermitentes ríos de la región con aguas dulces y limpias fluidas desde las montañas, su más reciente regalo fue un pluvioso huracán de efímera fuerza 1, con nombre de origen germánico, Oscar, cuyo significado, “lanza de dios”, no queda bien claro si es para reverenciar o temblar.

Se antojó Oscar tocar tierra baracoense durante la tarde del 20 de octubre con menos bravura de la que previamente presumía –rápidamente se degradó a tormenta tropical–, pero igualmente logró aguar la fiesta de la Cultura Nacional y dejar silenciados los riquísimos sones del inevitable nengón, el baile de esos lares que tiene gran parecido con el changüí.

Como meteoro, Oscar no será encantador en los estudiosos en el futuro, aunque estuvo pegando intenso durante 25 horas, contadas por Radio Reloj en su señal habilitada a través de la red telefónica debido al eterno silencio impuesto a todo el país por un megaapagón.

Resultó curioso el rehilete, eso sí, por su rara trayectoria de bumerán, como si ese balón huracanado, con vientos sostenidos de 140 kilómetros por hora, hubiese sido despejado por la cabeza del caimán para evitar que penetrara en la portería del archipiélago.

De cualquier manera, tuvo fuerzas para diluviar, llenar pluviómetros a niveles de asombros y anegar sin piedad varios lugares, incluso aquellas zonas llanas y resecas donde la memoria no tiene recuerdos gráficos de inundaciones.

De los cuatro municipios más castigados, Baracoa, Maisí, Imías y San Antonio del Sur, fueron precisamente estos últimos los que más agonía sufrieron,........

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