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Almeida, paradigma y firmeza

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11.09.2024

Este 11 de septiembre rendimos un merecido homenaje de reconocimiento y afecto a la memoria del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, quien hace 15 años partió hacia la inmortalidad

En la legendaria Sierra Maestra y la majestuosidad de cada firme el viento remueve las palmeras al compás del fluir de los ríos y arroyos. Aquella regia naturaleza guarda sonoros recuerdos y huellas de combate, protagonizados por una estoica guerrilla comandada por un grupo de jefes rebeldes liderados por Fidel Castro Ruz. Entre los más destacados despunta Juan Almeida.

Junto a Fidel en El Coco, Sierra Maestra, octubre de 1957. / Andrew Saint George

El segundo de 12 hermanos, nació en La Habana el 17 de febrero de 1927, rodeados de privaciones en un hogar humilde. Respiraban valores patrios y un comportamiento caracterizado por la honradez, la sencillez y el amor a la familia. Desde pequeño aprendió, con la guía certera de sus padres, la necesidad de conquistar sus derechos escamoteados. No rebasaba los 12 años y se incorporó a la vida laboral, contribuyendo al sostén de tan numerosa prole. Su mayor experiencia de trabajo la obtuvo en distintos oficios de la construcción y llegó a ser un albañil de primera.

En una oportunidad, mientras se recuperaba de una inflamación en la mano derecha, recibió una significativa visita en su casa del barrio Poey. Sobre aquel acontecimiento, su madre Rosario rememoró años más tarde:

“Yo casi terminaba de planchar, tocaron a la puerta. ‘Macho –así le decíamos desde pequeño–, no te muevas, yo abro’. Y delante de mí encontré a un hombre blanco, robusto, alto, lo que se dice un tipazo, muy bien afeitado, con un saco claro, pero sin corbata. ‘¿Aquí vive Almeida?’ –preguntó en voz muy baja, como susurrando, mas con una determinación tremenda en el tono. ‘Bueno, está Almeida el padre y los hijos, ¿a cuál usted procura?’. ‘Por la edad, supongo que sea uno de los hijos, uno que trabaja en la construcción’ –me dijo. ‘Entonces me habla de Macho. Entre, ahí lo tiene’.

“Macho ni se había dado cuenta de la visita […]. Al voltearse, se puso muy alegre. ‘Ah, pero si es Fidel, siéntate’. ‘No te molestes, te vine a ver porque me enteré de que te fastidiaste una mano, así que en esta no puedes ir’”.

Mientras Almeida laboraba en el Balneario de la Universidad de La Habana, conoció a Fidel. Desde un inicio, entablaron una franca amistad y entusiasmado por las charlas y el liderazgo del estudiante, se vinculó de inmediato a los ideales de la Revolución.

En aquella visita presentó a Fidel como un ingeniero designado a realizar unas obras en Varadero y era una oportunidad al cambio de labor. Rosario había escuchado la explicación de Fidel sobre la inmediatez del trabajo y la necesidad de estar saludable; su hijo alegó ser zurdo y las limitaciones eran en la mano derecha. Fidel le solicitó mantenerse localizado. Ya él estaba ultimando los preparativos del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Juan Bautista Almeida Pérez y Rosario Tiódula Bosque Montalvo, junto a sus hijos María Teresa de Jesús (de-trás a la izquierda), y delante: Juana Manuela, Mercedes Zoila Socorro, Eva Irene Próspera y Juan José. Año 1934. / Archivo Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia

En un momento de faena como constructor, año 1943. / Archivo Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia

El fusil por una pala

El comandante rebelde, junto a su compañero y amigo de luchas Armando Mestre. Presos en el Vivac de Santiago de Cuba. Agosto de 1953. / Archivo Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia

Armando Mestre, amigo y vecino de Almeida, era estudiante de bachillerato y también albañil; lo relacionó con la Generación del Centenario. Fidel los convocó a prácticas de tiro. Almeida estaba muy activo en una célula revolucionaria clandestina, compuesta por ocho miembros. Desde entonces, se dispuso a cambiar la pala por un fusil.

Llegado el momento de la salida hacia Santiago de Cuba, Mestre se trasladó a las dos de la tarde a una obra en construcción en Nuevo Vedado y le avisó. En O y 25, en El Vedado, se reunieron con Fidel, quien les dio instrucciones y los despidió con afecto y cariño. Arribaron a Santiago de Cuba el 25 de julio de 1953 ya de noche y........

© Bohemia


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