Qué nos está pasando
Quebrantar leyes y buenas costumbres pasa por la ausencia del oportuno afrontamiento
Un hombre sale detrás de la maleza cerrando su portañuela sin pedir disculpas a quienes transitan por la calle…, evidentemente orinaba; una dependiente le cuenta a la colega sobre el esposo “expulsado” hacia el sofá porque discutieron. Ante los compradores su comentario afloró con un desparpajo impensable años atrás en un trabajador de comercio. Los vendedores ambulantes vocean con descaro absoluto tener la libra de papas a 450 pesos…, son esas semillas que deberían estar en el surco para la cosecha de frío, nunca en el mercado negro. Varias mipymes niegan el pago en línea, aunque eso sí, excusándose como dicta el código de amabilidad “atrae clientes”. Un joven limpia las inmediaciones de su centro laboral y parte de la basura recogida la vierte en la acera…, al llamársele la atención se molesta sin pizca de autocrítica.
Estas estampas tristes, crudas y feas han sido deliberadamente seleccionadas, omitiendo las enaltecedoras, patrióticas y humanas. Se viven tiempos de hurgar y mantener el dedo en las heridas de un pueblo enfrentado a una crisis multidimensional, donde algunos reniegan de la ética, desviándose del camino, incidiendo en la pérdida de confianza en las personas e instituciones, con graves consecuencias económicas, financieras, culturales, identitarias.
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