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Un cisne negro, el próximo presidente de Chile

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05.11.2024

Este cisne negro apostará por la unidad nacional, con un discurso que reconocerá la historia que tenemos como país y que no puede borrarse. Es probable que llegue con una candidatura independiente, sin listas de parlamentarios y sin un partido político atrás.

Inevitablemente, y cual profecía, el próximo presidente de Chile será un outsider. Nadie lo verá venir, ni las figuras presidenciables que se sienten llamadas a seguir gobernando cual dinastía, “dueñas de lo político”. Tampoco los analistas más sesudos, y seguramente, una vez asumido, se desarrollarán explicaciones que dirán que fue algo atípico, fuera del ámbito de las expectativas habituales, porque nada en el pasado ni en la historia republicana de Chile, pudo asegurar alguna situación con esa real posibilidad.

La teoría del cisne negro y el outsider chileno

La teoría del cisne negro explica un acontecimiento de gran impacto, el factor no previsto, incluso extremo, inesperado o improbable para la sociedad acostumbrada a la paradoja del “gatopardismo”, el “cambiar todo para que nada cambie”. Hoy solo estamos viendo lo que nos hemos acostumbrado a ver.

¿Cómo negar la posibilidad de un outsider en la carrera presidencial, especialmente cuando el contexto parece propicio? Las familias chilenas hoy no tienen dinero suficiente para cubrir una canasta básica; muchos ciudadanos deben vender sus pertenencias para sobrevivir, y la pobreza aumenta cada vez más. Además, el desborde de la criminalidad es evidente: mafias transnacionales, terrorismo urbano y homicidios profesionales, mientras los servicios básicos, como la educación y la salud, se mantienen en condiciones indignas.

A esto se suma una economía de crecimiento mínimo y un gobierno que parece desconectado de las necesidades sociales, actuando con una desidia que deja pasar oportunidades estratégicas. Tal vez, convencido de sus propias tentaciones ideológicas, no reacciona ante la fuga de millonarias inversiones de capital privado hacia otros países. ¿Las razones? Años de trámites versus los pocos meses que ofrece la competencia, además de la falta de “permisología” y voluntad política para retener ese capital.

Mientras tanto, ensayamos discursos como si en efecto fuéramos un país del primer mundo, pretendiendo condonar deudas, instalando ideologías “woke”. En paralelo, negándonos a enfocar con rigor las prioridades sociales, entre ellas seguridad, pensiones, educación, salud y reactivación económica. En........

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