Chile entre EEUU y China: adiós al pequeño cervatillo que promete la paz mundial

Cuando cayó la Unión Soviética, se habló de un mundo unipolar. Hoy es vidente que estamos (nuevamente) en un mundo bipolar, pero es China la contraparte de Estados Unidos. El examen de cuándo ocurrirá que la potencia impugnadora (China) supere a la potencia dominante y decadente (Estados Unidos) es una pregunta abierta. Por supuesto, ello no quitará el hecho de que se siga tratando de un mundo bipolar.

Cuando cayó la Unión Soviética, se habló de un mundo unipolar. Hoy es vidente que estamos (nuevamente) en un mundo bipolar, pero es China la contraparte de Estados Unidos.

El examen de cuándo ocurrirá que la potencia impugnadora (China) supere a la potencia dominante y decadente (Estados Unidos) es una pregunta abierta. Por supuesto, ello no quitará el hecho de que se siga tratando de un mundo bipolar.

Pero es importante definir quién está en primera posición.

En cualquier caso, los avances políticos de China en el año 2023 debieran alertar de la extraordinaria velocidad con la que dicho país ha logrado convertir su poderío de mercado en poder político. África dio un giro espectacular hacia el gigante asiático y los principales países europeos, fundamentales para la articulación del poder norteamericano y del proyecto ‘occidental’, han perdido relevancia a pasos agigantados.

Las dos guerras recientes (Ucrania, Israel), más allá de los esfuerzos de propaganda, han beneficiado a Oriente.

En la actualidad Chile es uno de los tantos países cuya economía es altamente dependiente de China. Sin embargo, en sus relaciones políticas Chile es un país más cercano a Estados Unidos.

¿Es esto un equilibrio o un desequilibrio?

La relación de Chile con las dos potencias mundiales

En sí mismo es un escenario irritativo y complejo. En las últimas décadas, como señala Jorge Heine, “Chile ha tenido una relación muy fuerte con Estados Unidos y China (…) y hasta ahora, Chile ha conseguido equilibrar eso muy bien, y no veo ninguna razón por la que no pueda seguir haciéndolo en el futuro”.

Eso declaró en marzo de este año el exdiplomático chileno ante el periodista John Bartlett. Pero es justamente en esta dimensión donde aparecen los problemas. Y es que en el lenguaje diplomático de Heine no se mencionan las problemáticas que sí existen para mantener en equilibrio las relaciones de Chile con las dos potencias mundiales.

Chile comenzó sus relaciones diplomáticas con China en 1970, pero en esos años las relaciones con Estados Unidos fueron todo lo tórridas que se pueda imaginar.

Curiosamente entonces el inicio de las relaciones de Chile con ambas potencias a la vez fue desde el inicio de la dictadura, que no rompió relaciones con China (ni viceversa). De todos modos, China no tenía la importancia actual, pero ya era una potencia, opacada en todo caso por la importancia histórica de la Unión Soviética.

El retorno a la democracia en Chile coincidió con un incremento del peso comercial y político de Asia, con la conversión del Océano Pacífico en un protagonista de la economía mundial. Y desde entonces Chile comenzó a incrementar sus relaciones con China, pero de una manera desequilibrada.

Muy pocos chilenos residen en China (menos de mil son los chilenos inscritos en el consulado), muy pocos chilenos estudian en China y la profundidad de las relaciones es evidentemente insuficiente.

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