Desde que el Circuito Het Nieuwsblad lanza el vibrante calendario de clásicas belgas, a finales de febrero, el ciclismo entra en un encadenado de carreras sobre adoquines y muros que se culmina con los dos Monumentos que, para muchos, son el cénit de la temporada: el Tour de Flandes y la París-Roubaix. A ellos se llegan tras la disputa de la denominada Semana Flamenca, cuatro citas donde los aspirantes afilan sus garras para las dos batallas definitivas. Son carreras preparatorias, sí, pero al mismo tiempo prestigiosas carreras en sí mismas, a cara de perro. No hay mejor........