Los niños de Gaza tienen el derecho legítimo de ser felices

Hay muchas canciones vallenatas con letras interesantes cuyo mensaje suscitan reflexiones en torno a tensiones cotidianas de nuestro contexto, así como de entornos distantes. Hay una que hace parte del repertorio de un consagrado autor que, en su primera estrofa, dice así:

El hombre, con el afán de sembrar la violencia,

se olvida hasta de Dios y su inmensa ternura

y todas las intenciones de paz y cordura

se pierden bajo la sombra de la indiferencia

(Sergio Moya Molina).

Al escucharla con atención, el panorama hermenéutico se despeja inmediatamente y se nos viene de manera abrupta el conflicto de la Franja de Gaza, la confrontación más desigual del mundo, y como si esto fuera poco, nos toca sufrir lo que acontece en el Líbano. Todas estas desgracias, precisamente, ocurren en la tierra del hombre que inspiró amor y ternura por la humanidad, Jesús. La magnitud de este martirio ha llevado a que la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, haya expresado "grave preocupación por el riesgo de que se cometan crímenes atroces, que incluyen crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio". Y la pregunta es ¿acaso estos crímenes no se han cometido en esta guerra desigual? y ¿qué está esperando la Organización de las Naciones Unidas para calificar este hecho de algo abominable?

Precisamente el Ministerio de Salud de Líbano........

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