Hay un gran consenso en torno a la caracterización del régimen autoritario y patrimonialista venezolano, por parte del amplio espectro opositor, que abarca desde una izquierda que se llama marxista leninista, hasta los más contumaces representantes del antiguo bipartidismo adecopeyano, que se reúnen para analizar esta etapa de la historia, con el objetivo de luchar por la restauración de la Constitución de la República.
Se ha compartido y discutido el proceso por el cual se ha suspendido la Constitución, se ha violado el debido proceso, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos, se ha robado unas elecciones en función del mantenimiento en el poder de una cúpula u oligarquía burocrática-militar-policial, en asociación con una burguesía vieja, a la cual se suma una burguesía creada a partir de “la apropiación privada de los recursos públicos” (puro eufemismo, para decir corrupción de la más descarada). También se ha considerado su oportunismo geopolítico, el abandono de cualquier proyecto democrático o social, incluido en primer lugar el “chavista original”. El aparato policial militar, orientado por la intención de intimidar cualquier gesto de protesta por parte del pueblo trabajador, ya sin derechos laborales, sin salarios, sometido a la más lamentable precariedad, se considera como la forma propia de un régimen con políticas neoliberales y prácticas muy parecidas al fascismo, que está vendiendo al mejor postor nuestras riquezas minerales, engañando y queriendo engatusar con su demagogia “antiimperialista”.
En eso hay mucho acuerdo. Donde la reflexión parece detenerse, es en la respuesta a la gran pregunta ¿qué hacer?, dada la experiencia nefasta de tantas derrotas, incluida la del movimiento popular que acompañó ilusionada la promesa de una Venezuela justa, próspera, con más educación y salud. Dadas las perspectivas actuales, no hay lineamientos claros, más allá de los llamados generales a la resistencia, a la ética de los funcionarios civiles o militares, la recuperación del movimiento de protesta de los trabajadores por su salario, así como los recursos jurídicos ante el TSJ que han intentado Enrique Márquez y Antonio Ecarri, que llaman la atención por mantener viva la llama de la lucha cívica y pacífica, frente a los aventureros que, de vez en cuando, aparecen en las redes sociales, desde la........