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Notas para una revolución ecológica

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01.11.2024

Decíamos en nuestro anterior artículo que muchos son los temas de nuestro tiempo, pero que la cuestión ecológica resulta fundamental pues, literalmente, se trata de un tema de vida o muerte. Nos aproximamos también a una definición de racionalidad como relación calculada entre medios y fines socialmente compartida. Dado este esbozo de definición cabe decir que hay distintos tipos de racionalidad según los fines que nos proponemos. Si son valores como la justicia, la libertad, la fraternidad u otros semejantes hablamos de una racionalidad material por ser la cultura su materia. Hay, por el contrario, una racionalidad formal orientada hacia el logro de fines instrumentales siempre y cuando sean viables. Si tu me propones que desayunemos mañana en el planeta Marte te respondería que aún siendo una idea interesante la cosa no es viable pues no hay medios a la mano para lograr esa meta. Si me dices, en cambio, que desayunemos mañana en Ciudad de México pues te diré que ello resulta viable si salimos cuanto antes, tomamos un vuelo que nos lleve y dispongamos del dinero para pagar los costos. La meta se puede cumplir si disponemos de medios eficaces y eficientes para lograrla. La racionalidad aquí se orienta por el cálculo a partir de estos criterios: eficacia y eficiencia. En otras palabras, si el fin es viable el summum de racionalidad se logra al seleccionar entre todos los medios disponibles aquel que cumpla en menos tiempo, con mayor calidad y al menor costo su logro. A cualquiera que se le explique este cálculo de medios para el logro de fines instrumentales puede entenderlo, por lo que para Max Weber, gran teórico de este campo, se trata de una racionalidad universal por formal, por ser mero cálculo matemático o cuasimatemático.

En otras entregas hemos afirmado reiteradamente que la evolución de occidente, y hoy parece que no sólo de occidente, apunta a extender la racionalidad formal, instrumental, técnica, estratégica a las diversas instituciones públicas de nuestras sociedades. El modelo capitalista, y también el socialista, operan básicamente con esta racionalidad. Es la racionalidad del negocio moderno, pero se extiende a todas partes. Lo político, por ejemplo, deviene cálculo estratégico y si para ello hay que inventar noticias falsas, teorías de la conspiración o trampear elecciones pues se hace, y punto. Los comandos de campaña tendrán para ello sus mejores estrategas. Ya no digamos lo militar o lo deportivo, espacios desde siempre estratégicos. Hasta las relaciones personales se vuelven estratégicas, la amistad deviene conveniencia y el discurso romántico retórica para........

© Aporrea


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