Las "cosas" ocurren y se convierten en hechos. Hechos que tienen su continuidad y discontinuidad, su complejidad y simpleza, su línea de tiempo y sus momentos de "salto cualitativo", que pueden ser hacia adelante o hacia atrás. La historia bien contada y elaborada debe aportar elementos para explicar por qué las cosas ocurren así y no como algunos quisieran que ocurrieran. "Los hechos son tozudos" decía aquel revolucionario ruso.
No es tarea fácil captar ese movimiento lineal y no lineal, complejo y simple, continuo y discontinuo, cíclico y en espiral, total y parcial. Si no se está dispuesto a romper con esquemas preconcebidos ese esfuerzo de revisar los hechos no servirá de mucho. Como ha pasado siempre, será una historia propagandística para hacerle honor a los vencedores y tratar de aplastar a los derrotados y desaparecer a los vencidos para legitimar su triunfo. Y por ello, las "buenas historias" por lo general surgen de las derrotas "históricas".
Tienen razón los zapatistas cuando llaman a "prepararse para el fracaso" y no tenía razón Mao Zedong cuando hablaba de que la dinámica era "de derrota en derrota hasta el triunfo final". No hay triunfos finales y totales y tampoco derrotas definitivas. Todo es relativo y sólo el "tiempo largo" y la mirada estratégica pueden determinar cuándo un conjunto de hechos ("acontecimiento") produjo cambios revolucionarios efectivos en una sociedad.
En ese sentido es interesante que hoy, a la hora de "hacer historia" se intente retomar la visión y práctica que desarrollaron algunos pueblos indígenas de América. "Nosotros ponemos el pasado adelante" decían los viejos sabios Nasas. No se trata de "mirar atrás" o de "ir hacia atrás". La idea es ir hacia adelante colocando el pasado al frente. Era lo que hacían muchos pueblos amerindios porque al colocar los intereses de la comunidad por encima de los individuales no concebían el pasado como una "carga" negativa sino como "luz que alumbra en el camino". Para esos pueblos no existía el pecado ni la culpa individual sino la desarmonización de la comunidad que requería autocuidado y remedios colectivos y comunitarios.
Así, el tiempo para ellos era algo muy diferente a lo que nos han impuesto las religiones punitivas que inventaron un tiempo lineal, homogéneo, absoluto, circular, ininterrumpido, mecánicamente continuo y vacío, para colocar al final el llamado "paraíso" (que muchos "marxistas" llaman "comunismo"). Walter Benjamin hizo muy buenos aportes sobre ese tema, pero al negar el futuro como "potencia" de los sueños de los vencidos y oprimidos, pudo haber caído en una especie de "negativismo extremo" (teleológico) que encontramos ahora reproducido en quienes llamo "fundamentalistas apocalípticos".
Son aquellos que plantean que el ser humano –per se– es la especie más depredadora de la tierra, y por ello, está condenada a la extinción. Esas afirmaciones son resultado de visiones lineales de la historia y, por ello, son ahistóricas, descontextualizadas. No explican nada, y como si fueran dioses, condenan. Ven solo lo negativo y no pueden entender la naturaleza animal del ser humano y menos la humanidad del animal. Por ese camino nunca podrán comprender los acontecimientos, y siempre terminarán "culpando a alguien" (a la naturaleza humana, al patriarcalismo, al capitalismo, a los malos, a los........