A propósito del innegable fraude electoral cometido en las pasadas elecciones presidenciales, por el propio órgano encargado de resguardar el mandato constitucional, será necesario acudir a la jurisdicción y observación internacional, esto a los fines de evitar decisiones impuestas por quienes, desde el poder, han sido los autores materiales de tal desaguisado y así evitar una innecesaria crispación política distinta a la pacífica, democrática y electoral ya transitada.
Lo sucedido el 28 de julio no es cualquier triquiñuela........