Milei se ha posicionado en un lugar protagónico de la derecha mundial. Canalizó como en otras latitudes gran parte del descontento generado por décadas de crisis económica, degradación social y hastío con el sistema político. Y al igual que sus pares encauzó ese malestar contra los sectores más desamparados de la sociedad. Desplegó la misma actitud disruptiva, se calzó el mismo disfraz de rebelde y adoptó la misma pose contestaria.
El libertario anticipa los atropellos que sus colegas preparan en otros países. Ya se olvidó de la casta y agrede a los hambrientos, almacenando los alimentos que no entrega a los comedores comunitarios. Perpetró un recorte inédito de ingresos a los jubilados e incrementa los despidos con una crueldad y un sadismo nunca vistos.
Milei prioriza el ataque a los desposeídos con la misma saña que sus socios del Primer Mundo estigmatizan a los inmigrantes. Los extranjeros no son maltratados en las metrópolis por su condición de foráneos, sino por su carencia de recursos. Padecen una denigración que no se extiende al jeque árabe de Marbella o al inversor de sudamericano de Miami.
El chivo expiatorio de Milei son los trabajadores informales de los movimientos sociales. Son atacados con la misma artillería que los africanos y árabes en Europa o los mexicanos y precarizados en Estados Unidos. El libertario utiliza la misma cortina de humo que sus compinches internacionales para defender los privilegios de los poderosos grupos capitalistas.
En todos los rincones del mundo, la ultraderecha se expande para aplastar a las organizaciones populares. En América Latina busca anular las conquistas conseguidas durante el ciclo progresista de la década pasada. Despliega una explícita venganza contra ese proceso, para frustrar su repetición actual y su profundización futura. En Argentina pretende modificar las relaciones sociales de fuerzas para destruir los sindicatos, arrasar las cooperativas y quebrantar las organizaciones democráticas. Las clases dominantes toleran todos los exabruptos de Milei con la expectativa de consumar ese atropello.
EMBLEMAS COMUNES
El libertario argentino ha puesto en marcha el giro político hacia el autoritarismo reaccionario, que promueven todos sus cofrades del planeta. Esos dos términos sintetizan la mejor definición de la oleada en curso. Es autoritaria porque pretende estrangular la democracia dentro del régimen político actual, gestando Estados fuertes que criminalicen las protestas y sometan a los opositores. Es el modelo introducido por los mandatarios de Hungría y Polonia y es el programa que motoriza Trump para su eventual retorno a la Casa Blanca. El magnate espera controlar la prensa, manipular la justicia y manejar los servicios de inteligencia. El mismo esquema -con mayores aditamentos represivos- construye Bullrich en el plano local, para emular la virulencia de los golpistas que gobiernan Perú.
La impronta reaccionaria es igualmente compartida por todos personajes derechistas, que reflotan los mitos de sus países. Trump recrea la nostalgia del dominio global norteamericano, convocando a engrandecer nuevamente a los Estados Unidos. Sus colegas ingleses promovieron el Brexit con reminiscencias muy semejantes del pasado victoriano. Vox invita a fantasear con la antigua supremacía colonial de España y Milei no se queda atrás, con sus llamados a recrear la prosperidad de una oligarquía que exportaba granos y carne a espaldas del país.
El autoritarismo reaccionario del siglo XXI no repite el fascismo clásico, que a mitad de la centuria pasada forjó regímenes totalitarios, para intervenir en la guerra mundial y sofocar el avance del socialismo. Pero pretende neutralizar todos los aspectos democráticos de los sistemas constitucionales actuales, incorporando varios elementos del neofascismo. Ya incluye por ejemplo la acción de las bandas terroristas (por ahora marginales), que han consumado........