Se está librando la IV Guerra Mundial. No la III, según hizo el cómputo el gran Costanzo Preve (1943-2013), pues esta tercera ya tuvo lugar nada más rendirse el III Reich y el Imperio Japonés, llamándose "guerra fría" sin ser, en absoluto, fría. La III Guerra Mundial incluyó las matanzas yanquis en Corea, Vietnam, Iraq y tantos otros sitios. En Europa, para no ir muy lejos, incluyó el bombardeo de Serbia. Realmente estamos a las puertas de la IV:
"Este nuevo ciclo de guerras corresponde a una fase de privatización salvaje y financiarización del capitalismo, que pivotea la legitimidad del derecho internacional entre los estados surgidos de los tratados de Westfala de 1648, para abrir así un nuevo ciclo de guerras religiosas a escala mundial en nombre de una nueva religión militante, la religión de los derechos humanos y la democracia, producida por la secularización y la manipulación "atlantista" y "euroatlantista" de las religiones monoteístas distintas de la cristiana ortodoxa (…)" (Preve, De la Comuna a la comunidad, Ediciones Fides, 2019; p. 34, a partir de ahora las citas de Preve están tomadas de esta obra).
En esta cita se ponen en evidencia las coincidencias tan grandes entre Costanzo Preve y Alexandr Dugin. El propio proceso de desarrollo del capitalismo desata unas fuerzas que tienden a apropiarse de las "superestructuras" religiosas, viciándolas desde dentro, manipulándolas estratégicamente, pervirtiendo su mensaje original y acomodando su función a intereses geopolíticos espurios. El protestantismo resultó funcional desde el principio, fue la superestructura ideal al propósito explotador del modo de producción capitalista. El catolicismo, la otra gran corriente espiritual de Occidente, sólo llegó a ser plenamente funcional tras la derrota del Imperio Español en sus diversas fases: 1) Westfalia (1648), 2) Utrecht (1713), 3) Invasión napoleónica y masónica y desmembramiento de las Españas americanas (siglo XIX), 4) Agresión yanqui (1898).
El papel de las superestructuras es un papel –él mismo- estructural, constitutivo. Hungtinton, en su famoso libro "El choque de las civilizaciones" anduvo más cerca de la filosofía multipolar de Preve y de Dugin que cualquier otro marxista cándido que cree que la religión es (siempre y en todo lugar) "el opio del pueblo". Hay religiones que, dadas las fuerzas económicas y geopolíticas desatadas, se acaban convirtiendo no en adormideras sino en excitantes, como bien insistía Gustavo Bueno en sus clases en Oviedo: las religiones también son superestructuras capaces de despertar a las masas, a su liberación, a veces hacia su suicidio colectivo, a veces hacia el caos. No podemos hacer un tratamiento exento de la religión: éstas son instituciones y realidades sociales cuya función viene determinada por las condiciones basales (nivel económico y tecnológico, condiciones reales de la producción), geopolíticas y estratégicas. El catolicismo tomó vuelos anticapitalistas en la Iberoamérica del siglo XX, pero conservadores y hasta reaccionarios en la España y en la Europa del mismo periodo. El islam fue la base cultural de países árabes "no alineados", entre otras cosas no alineados con Estados Unidos en las experiencias nacionalistas laicas de Libia, Iraq, Siria, Egipto… hasta que el Imperio yanqui manipuló esa misma base religiosa y laica para destruir estos regímenes y crear fundamentalismos sumamente agresivos y peligrosos. Y se podrían dar más ejemplos. La religión es constitutiva del hombre y de toda civilización, cada una posee diferentes valores y cada uno de ellos, a su vez, puede recibir una "carga" manipulable por intereses nada espirituales.
Dugin sostiene que el mundo multipolar consiste en la existencia de grandes "imperios", esto es, Estados nacionales de grandes dimensiones (poblacionales, territoriales, energéticas) que de manera "natural" protegen y se dejan rodear de países más pequeños que pertenecen a su misma........