La toparquía de la esperanza chispa en un campo seco
Hay palabras que no pueden encorsetarse porque son andantes, a través de ellas la humanidad se mueve hacia la verdad. Quien pretendiera inmovilizarlas de nada le serviría ya que sólo cadáveres gramaticales alojaría en su boca. Tal tipo de palabras nunca pueden ser jubiladas de la vida porque las mismas comparecen manteniendo una estrecha relación con ella dentro del maremágnum de las contradicciones sociales, asumiendo el rol de anunciantes de devenires, es decir, son ese tipo de palabras que trastornan el orden del mundo. Esta última característica les hace dar un significado tan peligroso para los grupos de poder, que estos reaccionan haciendo lo que sea por obliterar su funcionamiento para que no puedan actuar libremente en el imaginario colectivo. Es que su capacidad de despertar en los sujetos sociales empobrecidos la realización de los deseos de justicia y libertas es tal, que terminan originando la necesidad de autoconciencia en el pueblo, y en consecuencia provocarían periodos de revolución social permanentes que culminarían en el derrocamiento político de una clase por otra. Ahí está la razón, del por qué, este tipo de palabras son al mismo tiempo sometidas a persecución y vilipendiadas, asimiladas e institucionalizadas por las clases dominantes para vaciarlas de su contenido y someterlas al desprestigio y al desprecio público y así convertirlas en un harapo ideológico al ser despojadas de toda su fuerza y magia.
Fue así cómo en Venezuela, por ejemplo, a la palabra socialismo se le desvirtuó rebajándola a sinónimo de corrupción, empobrecimiento y autoritarismo, ya que de esa manera se le muestra como una cosa inútil e inservible. Despojándosele de su energía transformadora se le inhabilita, para finalmente convertirla en un Termidor de la esperanza popular deformada a través de la capistalización del socialismo.
Pero, si sabemos que es así ¿por qué entonces seguimos empeñados en continuar usándola colocando en riesgo de invalidación el presente ensayo, a sabiendas que dificulta la clara formulación del problema? Lo que ocurre, es que aquí trabajamos con la hipótesis que se desprende de la alianza entre la esperanza y el valor de uso, y ello nos hace reconocer que ambas categorías, como otras muchas, llevan implícitas sus propias coordenadas etimológicas-utopísticas que las hace inmune a ser deformadas y desgastadas por el pragmatismo ideológico dominante, lo cual nos lleva a sospechar que existe la probabilidad que se dé el caso, como en el ejemplo de Venezuela, que aunque se pretenda desviar su azimut, que sea frustrado su propósito, no obstante el mismo electromagnetismo de la práctica de la realidad social hará que su "aguja" tarde o temprano reclame su imperativo ontológico, y así recobrar su autentico sentido utopístico, que en Venezuela debe identificarse y ubicarse en el sur epistemológico transmoderno. Además, estamos de acuerdo con Oscar Wilde en que: "A map the world that doesn 't include Utopia is not even worth glancing at"
Es en esta línea de pensamiento posabisal que se desarrolla nuestra concepción de la comunalización de la educación (CE), apoyada en un cuerpo de argumentaciones y presupuestos propios desde acá, y que definimos como toparquía de la esperanza, ese proyecto-lugar libre y liberador, que sólo puede existir, potencialmente, en la imaginación y el deseo de las victimas, los condenados y empobrecidos del capitalismo, donde se desenvuelven nuestras tradiciones de luchas vernáculas contra la opresión, asistida también con la experiencia y el conocimiento universal. Es que la CE no puede ser domesticada para fines contrarios a la utopística de construir un mundo mejor y posible donde desaparezcan las relaciones de explotación y desigualdad.
Hay quienes afirman, con argumentos sólidos, que la educación por si sola no puede cambiar el mundo. Sin embargo, en este trabajo sostenemos que sin ella tampoco es posible, porque en el marco de la neofeudalización que está en proceso y marcha a convertir el mundo en algo peor de lo que ha sido con el clásico capitalismo caótico, que usa la alta tecnología, la financiarización de la economía y la globalización creando "un nuevo orden social" con rasgos parecidos al........
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