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Soberanía popular o democracia burguesa

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14.08.2024

Los límites del pensamiento político burgués esconden una concepción elitista, tecnocrática y clasista del ejercicio del poder. Democracia se reduce entonces a comicios electorales, más o menos legítimos, más o menos condicionados. La teoría política burguesa habla explícitamente de "delegación" de poderes:

"un sistema gubernamental que da al pueblo la ilusión de que rige por sí mismo los destinos del país, cuando realmente todo el poder está concentrado en manos de la burguesía, y ni siquiera de toda la burguesía, sino de algunas capas sociales ligadas a esa clase. En el primer periodo de su dominación, la burguesía no comprende o no siente la necesidad de dar al pueblo esta ilusión. Por eso todos los países parlamentarios de Europa han empezado por el sufragio restringido; en todas partes, el derecho a dirigir los destinos políticos del país eligiendo diputados, ha pertenecido primero a los propietarios más o menos ricos, y sólo después se ha extendido a los ciudadanos menos favorables por la fortuna, hasta el momento en que el privilegio de algunos ha llegado a ser el derecho de todos y cada uno, en determinados países.

En la sociedad burguesa, cuanto más considerable es el patrimonio social, menor es el número de los que se lo apropian. Lo mismo ocurre con el poder: a medida que crece la masa de ciudadanos que gozan de derechos políticos y de gobernantes nombrados por elección, el poder efectivo se concentra y llega a ser el monopolio de un grupo de personalidades cada vez más reducido…

"1) La democracia formal, delegado, "republicana", es resultado de la irrupción de la burguesía en escenario político europeo, en especial en Inglaterra, Francia y Alemania. Es decir los regímenes más militaristas y más expansionistas que hayan tenido lugar en el siglo XVIII y XIX.

En los hechos nunca se ha tratado de un fenómeno mundial, sino que es el resultado histórico de unas determinadas relaciones de poder, en una determinado contexto local y nacional: el auge y la expansión de las relaciones capitalistas de producción y satisfacción de necesidades. La partidacracias burguesa (sus gerentes), estructuró los regímenes políticos a su criterio. Centralizando el control administrativo y político, disolvió y persiguió al mismo tiempo cualquier forma de organización comunitaria permanente, que supusiera un obstáculo a la acumulación del capital. En concreto, ese momento histórico, coincide con la estructuración de los Estados nacionales europeos contemporáneos, con la organización de los grandes aparatos de administración y control social, de los ejércitos permanentes y con una gran concentración de la tierra, lo que produjo una rápida sobrepoblación urbana, e incluso redujo el promedio de vida de entre 24 a 21 años. Esta descripción mínima servirá para ilustrar el contexto en el que aparece como expresión política el Jesuitísmo, como respuesta reaccionaria y a la vez reformadora del antiguo orden medieval frente a las ideas "heréticas", y la filosofía política aristocrático-liberal.

"…Los movimientos heréticos de la Edad media, como reacción simultánea contra el politiquerismo de la Iglesia y contra la filosofía escolástica que fue su expresión, sobre la base de los conflictos sociales determinados por el nacimiento de los Municipios, fueron una ruptura entre las masas y los intelectuales de la Iglesia, ruptura "cicatrizada" por el nacimiento de movimientos populares religiosos reabsorbidos por la Iglesia con la formación de las órdenes mendicantes y con la creación de una nueva unidad religiosa."2

Este es el origen del populismo contemporáneo; aunque su marca de nacimiento es la Santa Alianza; del cual la restauración burguesa en Francia, y el "imperialismo" bonapartista de Luis Felipe de Orleans, fueron apenas una expresión histórica. Ese "Cesarismo" que también tuvo su correlato despótico-totalitario en Japón, China y hasta en la URSS de post guerra, estaba sostenido en realidad en una comprensión instrumental del poder político y en un profundo desprecio por la participación activa de las masas en la autogestión de sus necesidades y en el autogobierno de la comunidad. Soberanía nacional, no significaba entonces, cómo tampoco significa en nuestros días Soberanía popular. Por eso Bonapartismo y "Jesuitismo" solo pueden ser entendidos como una estrategia reaccionaria.

Continua Antonio Granados

"Pero la contrarreforma [burguesa-monárquica-religiosa] esterilizó este hervor de fuerzas populares: la Compañía de Jesús es la última gran orden religiosa, de origen reaccionario y autoritario, con carácter represivo y "diplomático", que señaló con su aparición el endurecimiento del organismo católico. Las nuevas órdenes surgidas con posterioridad tienen un escasísimo significado "religioso" y tienen, en cambio, un gran significado "disciplinario", sobre las masas; son ramificaciones o tentáculos de la Compañía de Jesús o se han convertido en tales; son instrumentos de "resistencia" para conservar las posiciones políticas adquiridas, no fuerzas renovadoras de desarrollo. El catolicismo se ha convertido en "jesuitismo". El modernismo no ha creado........

© Aporrea


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