
Abandonad toda esperanza. Estamos en el infierno
Las recientes crisis que ha vivido la región –de una magnitud de energía que no se tiene recuerdo– han sido un acelerador de la ilegitimidad y desaprobación institucional, con líderes que no logran sintonizar con la ciudadanía y mucho menos establecer un principio de autoridad. A partir de hoy hay que escribir paráfrasis de la frase que, según Dante Alighieri, en su obra la Divina Comedia, se suspendía en el frontis de la entrada al infierno: “Abandonad toda esperanza quien entre aquí; para escribir: Abandone toda esperanza de bienestar como resultado del actuar de sus gobernantes”.
¿Pero cómo llegamos tan rápido a este nivel de degradación y descomposición del marco constitucional, la democracia y su respectivo tejido social? Sin duda estamos frente a un fenómeno extremadamente complejo y que requiere de un análisis multidimensional. Sin embargo, dentro de esta falla multisistémica, hay algunos factores que resultan evidentes y que cabe la pena destacar.
En toda crisis, la oportunidad de resolverla o al menos de mitigarla, depende en gran medida de la confianza y reputación de sus líderes. Ese juicio fundamental de la ciudadanía es un activo intangible clave que en nuestro país se perdió por completo. Si bien, la crisis reputacional es transversal a todo el “establishment”; el presidente de Chile y sus ministros carecen de toda estima en atributos claves como el carisma, empatía y conexión ciudadana. Incluso, su habilidad como tecnócratas económicos está siendo fuertemente cuestionada.
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