CAMAGÜEY.- Según la Comisión Económica Para América Latina (Cepal), la inflación en Cuba fue la tercera más alta de la región, solo por detrás de Argentina y Venezuela. Ello se traduce en altos precios, menos poder adquisitivo de la población y ganancias abusivas para quienes nadan en el río revuelto del descontrol.
Para enfrentarlo, no podemos decir que no se ha hecho nada, pero sí que hasta ahora ha resultado inefectivo. Inefectivo porque el control de los precios en Cuba no se trata de campañas, ni de acordarse del lobo cuando se ve venir, la batalla contra este mal --y ya parece cansón escribirlo una vez más-- es un trabajo del día a día.
Los economistas coinciden en que para bajar los precios hace falta mayor producción de bienes y servicios, algo que tampoco se ha logrado en los últimos años, por varias causas, algunas muy objetivas y otras no tanto; pero... y en lo que eso llega ¿qué pasa?
Las personas tienen que seguir comprando al valor que alguien pone sin importar el verdadero costo del producto, y lo más doloroso es que quien vende, muchas veces, es un simple intermediario, o literalmente, un revendedor, que va al mercado en divisas o a cualquier otro que no se norma, acapara y luego aprovecha la escasez para abusar desde una posición de superioridad. Así van creciendo, y que levante la mano quien no conozca a uno de esos seres que tienen de todo en el mostrador, improvisado o con mejor acabado que el de cualquier establecimiento estatal.
Así pasa con todo. Están los que venden las confituras que ya los trabajadores que viven honestamente de su salario no pueden comprar a sus hijos; los que en redes sociales digitales revenden productos de primera necesidad que se suponen normados pero alguien viola lo establecido; los carretilleros que van al mercado por la madrugada, compran y revenden después durante el día, pasando por algunos de los nuevos actores económicos que se agarran de los impuestos y de la falta de proveedores con costos razonables, para cambiar los precios la mayoría de las veces para arriba y casi nunca para abajo… en fin, especuladores.
No se puede confundir inflación con especulación porque no se trata solo de un exceso de circulantes o de la devaluación de la moneda, aquí aparece la mano de los abusadores, del que compra de todo, ya no solo en MLC, también lo poco que queda en moneda nacional y luego: ¡a echarle la culpa a la inflación y al desabastecimiento!
Alta responsabilidad en este complejo entramado tiene el Estado y su sistema empresarial, que se ha sumado a la competencia por ver quién vende más caro, pasando la improductividad y la ineficiencia a los precios, una solución facilista a las pérdidas, e incluso utilidades a costa del bolsillo del otro, lo que carece de la sensibilidad de ponerse en el lado de quienes consumen. Y todo esto trae consigo que la pirámide se tuerza todavía más.
Lo cierto es que la supervivencia del actual modelo económico cubano pasa por un control efectivo de los precios. Mientras llega el escenario ideal, natural, en el que exista la autorregulación, algo hay que hacer, pues nos encontramos distantes de la producción necesaria, y sería muy de soñadores aspirar a que con los niveles actuales se puedan reducir las cifras desorbitantes que hoy desembolsamos por casi cualquier cosa. Mas, sería una pesadilla dejar que sigan elevándose sin que nada pase.
De mantenerse ese panorama, las mayorías seguirán subordinadas a las reglas que imponen unos pocos, algo diametralmente opuesto al modelo social que aspiramos a construir los cubanos, en los que no caben los infladores que vivan de la inflación.
El inflador vive de la inflación
CAMAGÜEY.- Según la Comisión Económica Para América Latina (Cepal), la inflación en Cuba fue la tercera más alta de la región, solo por detrás de Argentina y Venezuela. Ello se traduce en altos precios, menos poder adquisitivo de la población y ganancias abusivas para quienes nadan en el río revuelto del descontrol.
Para enfrentarlo, no podemos decir que no se ha hecho nada, pero sí que hasta ahora ha resultado inefectivo. Inefectivo porque el control de los precios en Cuba no se trata de campañas, ni de acordarse del lobo cuando se ve venir, la batalla contra este mal --y ya parece cansón escribirlo una vez más-- es un trabajo del día a día.
Los economistas coinciden en que para bajar los precios hace falta mayor producción de bienes y servicios, algo que tampoco se ha logrado en los últimos años, por varias causas, algunas muy objetivas y otras no tanto; pero... y en lo que eso llega........
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