CAMAGÜEY.-Con poco más de 30 años su solo nombre hacia temblar al enemigo y enorgullecerse a su tropa. No ha brillado nunca más un camagüeyano, en obra y voluntad, que aquel que abandonó comodidades, el brazo amantísimo y la casa por hacer la manigua su hogar y la independencia de Cuba su causa.

Fue Ignacio siempre el primero en el combate y el último en la retirada. El Mayor que en el monte levantó escuelas porque en la paz y la guerra los hombres tienen que saber de qué lado está el deber, y ese empieza en dominio del conocimiento; y con fábricas artesanales calzó a sus columnas y convirtió el campo en una muestra de lo que una construcción colectiva y con igualdad de derechos podía hacer en una República.

Al decir de Elda Cento (1952-2019), Premio Nacional de Historia, “en el discurso historiográfico cubano no existe otra personalidad más paradigmática —en tanto conjunción de rasgos positivos—, que la del Bayardo camagüeyano”.

Martí señaló en nuestro Héroe la virtud y la purificación como esencias, “era un ángel para defender, y un niño para acariciar”, y Fidel aseguró que

“…Les inculcó a los patriotas camagüeyanos su espíritu, su ejemplo, sus extraordinarias virtudes…”.

Foto: Alejandro Rodríguez Leiva/ Adelante

Era Agramonte el genio militar que sin estudios de academia ganó más combates, organizó la mejor caballería y cargaba al machete con la certeza de levantar la mejor arma: no solo la del brazo sino la de la razón, prueba de ello son sus victorias en Bonilla, Cocal del Olimpo, Ceja de Altagracia y Sabana de Bayatabo.

No fue más alto su espíritu, y el de sus hombres, que en aquel rescate del amigo, el brigadier Sanguily, que sacaron de entre los enemigos con fuerza tal que, al decir del propio Ignacio, habían peleado como fieras ante una tropa que los cuadriplicaba y que quedó diezmada por la embestida de 35 jinetes.

A poco de cumplirse los 150 años de su caída en combate Agramonte sigue inspirando a su Camagüey. En él van las certezas y los motivos de esta llanura. “

Mi patria escribe con sangre su resolución irrevocable. Sobre los cadáveres de sus hijos se alza a decir que desea firmemente su independencia”, esa convicción martiana nos guía, no murió en vano el mejor de todos, hay obra que defender y machetes para levantar.

QOSHE - La virtud - Carmen Luisa Hernández Loredo
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La virtud

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10.04.2023

CAMAGÜEY.-Con poco más de 30 años su solo nombre hacia temblar al enemigo y enorgullecerse a su tropa. No ha brillado nunca más un camagüeyano, en obra y voluntad, que aquel que abandonó comodidades, el brazo amantísimo y la casa por hacer la manigua su hogar y la independencia de Cuba su causa.

Fue Ignacio siempre el primero en el combate y el último en la retirada. El Mayor que en el monte levantó escuelas porque en la paz y la guerra los hombres tienen que saber de qué lado está el deber, y ese empieza en dominio del conocimiento; y con fábricas artesanales calzó a sus........

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