Un poema sin rima, eso era su rostro este domingo. La reina, a quien a veces tildan de hierática, no necesitó palabras para hacerse entender en mitad de tanta rabia y dolor, menuda elocuencia la de sus gestos. Detrás de ellos se agazapaban los de otras muchas mujeres que desde hace días observamos la debacle, estupefactas y, al verla a ella, nos desahogamos. Ni a propósito salen las cosas tan mal, porque hay un tipo de negligencia que nace de la falta de empatía, la ignorancia, la rencilla, él "y tú peor", que convierte el error en atrocidad.
En cada gesto de Letizia he percibido un intento por contener su tristeza y, al tiempo, la voluntad de compartirla, porque es lo que necesitaban quienes la rodeaban clamando ayuda. ¿Puede el abrazo ser consuelo suficiente? Casi nunca lo es, pero conforta reconocer el dolor en el otro, darle un espacio, y valorar una carga emocional difícil de condensar en palabras. Los Reyes manifestaron humanidad en estado puro. Muchas mujeres nos reconocimos en Letizia porque ella recogía la impotencia, la rabia y la........