Dicen que en las sucesivas fiebres del oro del siglo XIX en Estados Unidos, Australia o Canadá, pocos fueron los afortunados en hacerse ricos y muchos los que se arruinaron por el camino. A la ilusión le sigue la decepción si no se cumplen las expectativas. Quienes seguramente sacaron partido en todo momento fueron los vendedores de picos y palas. Algo parecido está sucediendo con el fervor industrial por la Inteligencia Artificial (IA), donde muchos inversores comienzan a ver una burbuja porque las gigantescas inversiones corren el riesgo de no traducirse en ventas. No hay que olvidar que ese es el objetivo final.
Un informe del reputado fondo de capital riesgo Sequoia ha puesto el foco esta semana en el diferencial entre las ventas de productores de equipos para IA (picos y palas) y su traducción real en ingresos finales (extracción del oro). El hueco se cifra ya en los 500.000 millones de dólares teniendo en cuenta el gasto en compras vinculadas a la IA y las ventas que se........