La crispación infinita que soportamos en la política española tiene sus costes. Entre ellos, uno que es evidente para todo aquel que se asome a la actualidad sin la mirada del sectario: no le dedicamos tiempo a lo importante sino a lo que más nos escandaliza. Hablamos más de Koldo y Aldama que de microchips, más de Santos Cerdán que de la crisis climática. Y eso, aunque lo podamos comprender, se paga con nuestra cada vez mayor intrascendencia como país.
Un año después de que Sánchez lograse otra investidura más a cambio de la impunidad para........