El asunto de los repartidores de Glovo me reconcilia con la "palpitante actualidad" porque ya no se habla de ellos, ellas y elles, sino de lo material, lo palpable, lo crucial. Siempre pienso que la realidad política debería centrarse en lo tangible, no en lo etéreo; en lo palpable, no en lo emocional; en la cabeza, no en el corazón; en lo público de oficinas y calles, no en la intimidad de mesas y camas. Palpita, sí, la complicada realidad de unos ciclistas o motoristas que van de aquí para allá repartiendo paquetes a cambio de un peculio escaso y sin el respaldo legal de quien les paga: no son asalariados, son autónomos. Ellos cuidan de sus vehículos y de su seguridad social, pero trabajan para una misma empresa ocho horas al día o más y con una franja horaria impuesta. La ley y su trampa son tan viejas como el mundo. Con la primera ley surgieron los primeros tramposos, porque una trampa no es otra cosa que saltarse una norma. Cuantas más leyes, más tramposos: por eso soy partidario de pocas leyes y breves, pero bien aplicadas.
En los años ochenta,........