Esta pasada semana ha sido prolija en acontecimientos críticos que han desestabilizado más, si cabe, la ya de por sí deteriorada situación en el Líbano y Palestina. Sin que las acciones armadas se hayan detenido en la franja de Gaza, el frente del Líbano se ha activado a una escala sin precedentes, principalmente mediante acciones de bombardeo selectivo dirigidas a decapitar la estructura de mando de Hezbolá, debilitar el apoyo de la población libanesa, impedir el abastecimiento de armas procedentes de Siria y destruir su logística. La más llamativa de estas acciones fue el ataque al búnker de Hezbolá en un suburbio al sur de Beirut que acabó con la vida del líder de Hezbolá y de una veintena de colaboradores entre dirigentes y elementos de seguridad. La autorización para esta acción partió del primer ministro israelí mientras se encontraba en Estados Unidos participando en la 78ª Asamblea General de Naciones Unidas.
Hasta la fecha, la fuerza aérea israelí ha atacado más de dos mil objetivos en el Líbano y Siria y ha efectuado una acción de represalia sobre la capital de Yemen, Saná, como consecuencia del lanzamiento desde este país de un misil balístico que tenía por objetivo Tel Aviv y que fue neutralizado. Las consecuencias para la población en el Líbano son movimientos masivos de desplazados que abandonan las zonas de combate y se dirigen al centro y norte del país........