A lo largo de esta semana que comienza se cumplirá un mes desde el inicio de la invasión de Rusia por Ucrania en la región de Kursk. Este hecho insólito supone por sí mismo un punto de inflexión en una guerra entre estados en la que las tradicionales actitudes de agresor y agredido se están intercambiando en función del tiempo y lugar en que se desarrollan los acontecimientos. No olvidemos que esta guerra comienza en febrero de 2014 en su formato de guerra civil -en el interior de Ucrania y entre ucranianos- y en 2022, en su modalidad de guerra interestatal, en que un país invade a otro en una guerra de agresión.
Mucho se habla de la legalidad de la acción ofensiva de Ucrania sobre territorio ruso buscando justificación basada en el principio de legítima defensa y en que en este estadio del conflicto está permitido todo aquello que no vaya directamente en contra de las leyes y usos de la guerra según los convenios de Ginebra y La Haya. Sin entrar en detalles técnicos y farragosos, lo que se pretende justificar es la actuación ucraniana sobre la infraestructura militar y energética en territorio ruso evitando el efecto 'santuario' para las acciones rusas, especialmente las aéreas. A ello se añade la campaña para conseguir la plena autorización de empleo de los vectores de mayor alcance proporcionados por los donantes, principalmente Francia, Reino Unido y Estados Unidos.
Vayamos con la........