Es sabido que la luz levanta el ánimo y los niveles de energía de las personas. Hay una relación directa que explica la tendencia al optimismo en los meses de primavera y verano en contra de lo que ocurre en los de otoño e invierno. Según los psicólogos esto nos lleva a pensar que en los periodos con menos sol los seres humanos somos mas proclives a sufrir depresiones y que los días nubosos han de ser mas tristes que los soleados.
Ahora estamos en ese periodo del año en el que las horas de sol se acortan, anochece muy temprano y el tono vital parece decaer en sintonía con el imperio de la penumbra. Es entonces cuando la luz artificial intenta acudir en nuestro auxilio para compensar el déficit de luminiscencia natural. Y lo hace con la universal excusa de la Navidad sin que el trasfondo religioso que la festividad tiene sea ya motivo principal del despliegue de luminarias al que cada año asistimos........