Es un local pequeño atestado de armas viejas, cascos oxidados y banderas desvencijadas. Entrar allí es como colarse en el túnel del tiempo y retroceder 80 años. El tipo que atiende, mimetizado con la época, detalla cada objeto, ya sea una insignia militar, un cuchillo de combate o una cantimplora. Yo le compré la punta de una bala, un proyectil de unos cinco centímetros cubierto por la costra que certificaba el paso del tiempo sumergido en la playa, la playa de Omaha. Tres euros pagué por ese pedacito de plomo y cobre. En aquellas arenas blancas que se tiñeron de sangre el 6 de junio de 1944 aún siguen apareciendo objetos metálicos y, aunque está prohibido, hay gente que rastrea la tierra con detectores de metal en busca de vestigios del desembarco en Normandía.
Hace años unos geólogos británicos analizaron muestras de arena recogidas en la orilla y descubrieron que, junto al cuarzo y otros........