El capital humano de una sociedad es la calidad de su cultura sociocultural, política y económica en cada momento histórico. En España, la degradación política y económica está a la vista de todos: un gobierno del PSOE en minoría sustentado por la suma de los enemigos de la Nación -comunistas y separatistas- sin más legalidad que la inicial de la investidura, pero condicionada hasta lo que dure por el chantaje permanente. El deterioro de la economía es incuestionable, pese a la propaganda: somos el último país de la UE en crecimiento de la renta per cápita en el periodo 2017-2021, con un ínfimo crecimiento de 490 € en comparación con Irlanda con un incremento de 22.169 €, y entre 2004 y 2023 hemos retrocedido un 25% con relación a Alemania y un 40% con EE. UU. La tasa de productividad laboral por hora trabajada está situada en 16,5 puntos por debajo de la media de la eurozona. Las ratios de déficit público y deuda respecto al PIB de los más altos, en situación crítica, según indica la consultora Freemarket.

De los tres factores de calidad citados, la calidad sociocultural es a la vez causa y efecto de los otros dos. Guarda relación con los valores familiares, las altas expectativas de desarrollo personal para la construcción del proyecto vital, a través del esfuerzo, laboriosidad y competencia económica, la educación excelente, la civilidad responsable, el profesionalismo en todas las áreas de la actividad ciudadana, la unión nacional, la cultura política anclada en el Estado de derecho, el control institucional del poder, la responsabilidad por acciones y omisiones frente a privilegios e impunidad, la comunicación veraz… Todas estas variables están en jaque continuo en el devenir social; su evolución da cuenta de cómo es el capital humano de una sociedad y su influencia en la vida personal y social. Eso significa ser causa y efecto, es decir, una sociedad con altas expectativas y responsabilidad cívica no permitiría la degradación política y económica a la que estamos sometidos, cuyo efecto negativo va degradando las condiciones de vida de los ciudadanos, nos hace peores: crece el tejido social de dependencias e identidades sectarias, de liderazgos tóxicos, la impunidad medra y la falsedad es moneda corriente.

La educación es una de variables citadas de calidad sociocultural, con impacto en la vida sociopolítica y económica a medio y largo plazo. Tiene un valor acreditado en el desarrollo del capital humano en todos los países, reconocida por la OIT (Organización Internacional del Trabajo). Todas las sociedades le dedican cuantiosos recursos y procuran integrar a toda la población, entre la infancia y la juventud, en el sistema educativo. Pero hay sistemas educativos que generan calidad y otros no. Sólo los sistemas educativos de alta calidad convierten el gasto educativo en inversión por las sinergias personales, sociales y económicas que generan a medio y largo plazo.

No es nuestro caso: sumamos alta tasa de fracaso escolar y abandono prematuro de los estudios básicos (13,6%, Encuesta Población Activa, 2023); mejora notable en la formación profesional con tasas de empleabilidad, pero España encabeza la tasa de desempleo juvenil con un 27,4 (Eurostat); escasa relación entre formación superior y empleo (somos el segundo país de la UE con mayor porcentaje de titulados universitarios desempleados); la producción científica ha aumentado un 30,5% entre 2016 y 2020 respecto a igual periodo anterior, aunque con bajo impacto de transferencia de resultados. Es alarmante la sangría de jóvenes cualificados que marchan de España buscando mejores condiciones profesionales y laborales: en 2021, salieron de España 19.622 jóvenes con formación superior (INE), y el estudio del Círculo de Formación indica que 8 de cada 10 jóvenes universitarios trabajarían fuera de España, por la escasez de puestos cualificados.

Los datos expuestos, mantenidos en el tiempo, alertan del declive de la calidad sociocultural española, causada por el deterioro del capital humano en las dimensiones política, educativa y productiva. La relación entre alta capacitación personal y progreso socioeconómico está acreditada en países líderes en educación y desarrollo.

Ha cesado ya el impacto mediático del último informe PISA-2022, con alud de datos, opiniones y críticas, pero permanece el deplorable estado de la educación española, salvo algunas regiones. Desde el año 2000, los informes trianuales PISA, con pros y contras, se han afianzado y la última prueba se ha aplicado en 81 países. Evalúan la educación básica en tres temas clave: comprensión lectora, matemáticas y ciencias. Visto con perspectiva, un patrón caracteriza el caso español: la mediocridad. Con pequeñas variaciones nos mantenemos en la zona intermedia, pero casi siempre por debajo de la media de la OCDE y de la UE. Los datos obtenidos del último informe muestran una inquietante tendencia a la baja con peores resultados. Un dato es especialmente regresivo: la reducción del porcentaje de alumnos excelentes: sólo un 5%, la media de la OCDE es del 7%, con Japón a la cabeza con el 16%.

No es que los alumnos españoles sean mediocres o peores en comparación con otros, es que el sistema educativo, implantado en los últimos 40 años a través de 5 leyes socialistas -LODE (1985), LOGSE (1990), LOPEG (1995), LOE (2006), LOMLOE (2020)- han determinado un modelo educativo refractario a la excelencia, es decir, castra el potencial de los alumnos. Dos notas lo caracterizan: la concepción instrumental de la educación, subordinada a fines políticos del constructivismo social y su plasmación en el constructivismo educativo, esto es, anteponer la ideología al conocimiento, y el igualitarismo (Pedagogía progresista) al desarrollo personal (Pedagogía científica). Dicho de otra manera: antepone el relativismo cultural, con la construcción de identidades ideológicas, al aprendizaje de conocimientos sistemáticos para el desarrollo personal a través de la disciplina del aprendizaje.

Este modelo socialista ha sido útil para los fines de los secesionistas catalanes y vascos, pues han usado las competencias educativas transferidas por el Estado para consolidar la diferenciación identitaria, excluyendo la lengua común española y la instrumentalización sectaria de la Historia con el fin de borrar la memoria común de los españoles.

Para tapar las vías de agua en la nave educativa española en progresivo declive durante las últimas décadas, Sánchez ha cogido la chequera y millones para la comprensión lectora y las matemáticas, formación de los docentes mediante. Sus socios del gobierno catalán, tocado por los pésimos resultados en lectura y matemáticas, le ha dado por buscar propuestas de mejora con una comisión endogámica de pirómanos (muchos de ellos son corresponsables del fracaso) revestidos ahora de bomberos. Ambas respuestas reactivas tienen poco recorrido efectivo a medio plazo, aunque se centre la atención en la lectura y matemáticas, el problema es más profundo y afecta a la estructura misma del sistema educativo en su conjunto, es decir, el problema no se limita a cuestiones de funcionamiento, esto es, de mejoras concretas como las citadas, sino de sistema.

Pero ¿cuáles son las lacras del sistema que limitan la creación de valor educativo? Puede explicarse en resumen habida cuenta de los límites de un artículo periodístico. Nuestro sistema de educación no es español, sino socialista-secesionista (en 40 años no se ha pactado un sistema común y eficaz). Es un sistema fracturado, insolvente e ineficaz:

a. Fracturado. En 40 años se ha desmembrado el sistema educativo español. Las competencias educativas se han transferido, siguiendo el patrón impuesto por los secesionistas, cuyo efecto ha roto las sinergias y nexos inherentes a los sistemas sociales. Las leyes educativas estatales son un mero remedo burocrático cada vez más laxo. Carecemos de un sistema común de evaluación y medición de resultados al final de las etapas educativas, así como de evaluaciones externas profesionales (para saber cómo vamos hemos de recurrir a pruebas internacionales como PISA, PIRLS o TIMSS), se elude el fracaso escolar disolviéndolo (los alumnos superan cursos y etapas educativas con materias suspendidas).

b. Insolvente e ineficaz. No logra, salvo excepciones, superar el nivel de mediocridad relativa durante décadas, como acreditan los datos expuestos. Los factores sistémicos clave, que explican el valor de un sistema educativo, son débiles e inconsistentes por lo que no pueden generar calidad mantenida. Algunos ejemplos: precaria capacitación de los docentes (en primaria no hay docentes especialistas en lengua y matemáticas); ausencia de evaluación profesional del desempeño docente, con impacto profesional y económico; dirección escolar y la inspección, politizadas (sólo correlacionan con calidad si son profesionales); el currículo de las etapas educativas trivializa el conocimiento en una estructura compleja de información, prolija y confusa, de competencias, saberes, materias, objetivos, contenidos, ámbitos, identidades, inútil para la acción docente; los libros de texto carecen de rigor en muchos casos, sin un mecanismo de acreditación científica. Estos factores escolares están mediados por las condiciones externas, pues los alumnos son a la vez hijos de familias concretas y ciudadanos. Tienen acreditado valor: las expectativas familiares y nivel de renta, la influencia sociocultural real y virtual, los recursos socioeconómicos dedicados a la educación y la cultura político- administrativa.

Seguimos bajando por la pendiente de degradación que nos envilece. Podemos revertirlo, pues aún estamos a tiempo, aunque debemos saber que el pozo de la degradación no tiene fondo como acredita nuestra historia contemporánea.

QOSHE - La degradación del capital humano español - Jesús Rul
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La degradación del capital humano español

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18.02.2024

El capital humano de una sociedad es la calidad de su cultura sociocultural, política y económica en cada momento histórico. En España, la degradación política y económica está a la vista de todos: un gobierno del PSOE en minoría sustentado por la suma de los enemigos de la Nación -comunistas y separatistas- sin más legalidad que la inicial de la investidura, pero condicionada hasta lo que dure por el chantaje permanente. El deterioro de la economía es incuestionable, pese a la propaganda: somos el último país de la UE en crecimiento de la renta per cápita en el periodo 2017-2021, con un ínfimo crecimiento de 490 € en comparación con Irlanda con un incremento de 22.169 €, y entre 2004 y 2023 hemos retrocedido un 25% con relación a Alemania y un 40% con EE. UU. La tasa de productividad laboral por hora trabajada está situada en 16,5 puntos por debajo de la media de la eurozona. Las ratios de déficit público y deuda respecto al PIB de los más altos, en situación crítica, según indica la consultora Freemarket.

De los tres factores de calidad citados, la calidad sociocultural es a la vez causa y efecto de los otros dos. Guarda relación con los valores familiares, las altas expectativas de desarrollo personal para la construcción del proyecto vital, a través del esfuerzo, laboriosidad y competencia económica, la educación excelente, la civilidad responsable, el profesionalismo en todas las áreas de la actividad ciudadana, la unión nacional, la cultura política anclada en el Estado de derecho, el control institucional del poder, la responsabilidad por acciones y omisiones frente a privilegios e impunidad, la comunicación veraz… Todas estas variables están en jaque continuo en el devenir social; su evolución da cuenta de cómo es el capital humano de una sociedad y su influencia en la vida personal y social. Eso significa ser causa y efecto, es decir, una sociedad con altas expectativas y responsabilidad cívica no permitiría la degradación política y económica a la que estamos sometidos, cuyo efecto negativo va degradando las condiciones de vida de los ciudadanos, nos hace peores: crece el tejido social de dependencias e identidades sectarias, de liderazgos tóxicos, la impunidad medra y la falsedad es moneda corriente.

La educación es una de variables citadas de calidad sociocultural, con impacto en la vida sociopolítica y económica a medio y largo plazo. Tiene un valor acreditado en el desarrollo del capital........

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