Como la cosa va de periodistas, me tomaré la libertad de recordar lo que tiene escrito Larra sobre los beneficios que trae saber guardar silencio, algo que Alberto Núñez Feijóo sin duda ignoraba el viernes pasado, el día en que metió la pata para gloria y regocijo de sus adversarios, sean políticos, sean mediáticos: "que el gran talento no consiste precisamente en saber lo que se ha de decir, sino en saber lo que se ha de callar" Claro, que pudiera suceder, que Feijóo se viera obligado al sacrificio a una semana de las gallegas en las que, según algunas de encuestas, pocas e interesadas, la mayoría absoluta estaría en el aire. Quizás no pudiera callar porque tenía algo que parar. O aclarar. "Todo se sabrá", ha escrito Puigdemont a los eurodiputados que, alarmados, le demandan explicaciones. Todo se sabrá y mientras tanto, el PP se tambalea y desfigura.

La verdad, siempre en los aledaños de lo cierto y, por lo tanto, cerca de lo posible, habría obligado de manera inopinada al líder del PP a hablar sobre la amnistía o un posible indulto al prófugo de Waterloo. Obligado por lo que antes del domingo Puigdemont pueda decir sobre las negociaciones que su partido mantuvo con el PP para hacer presidente a Feijóo. En política no se cumple la regla de que la mejor defensa es un buen ataque porque, tal y como están las cosas y demuestra a diario Puigdemont, para ganar no hace falta atacar, y menos cuando es el mismísimo Gobierno el que te defiende y te quiere salvar. Ahora resulta que en es ese trabajo los de Sánchez no estaban solos.

Lo que pase el 18F nadie lo sabe, pero si el PP no logra esa mayoría, el liderazgo de Feijóo quedará en entredicho. Ese liderazgo que, sottovoce y también en off the record, empieza a cuestionarse, es lo peor que le podría suceder a un dirigente que aún no ha digerido bien el resultado de las generales, que está es para quién escribe la razón última de tanto disparate.

Cierto, digerir una victoria electoral y que esa victoria te lleve directo a la oposición es algo que, en lo relativo al Gobierno de España, sucede desde que está Pedro Sánchez y el Psoe renunció a sacar en solitario un proyecto único y mayoritario para España. Que en una de las semanas más complicadas para Sánchez, por las dudas que provocan en Europa sus pactos con Puigdemont, Feijóo salga a la palestra para despistar a su parroquia, da idea del lío descomunal que se vive en la calle Génova. ¿Faltaba algo más a modo de guinda en la tarta de Santiago? Faltaba el CIS de Tezanos anunciando urbi et orbi que el vuelco es posible.

Dicen que Feijóo se explicó mal. No me lo creo. Que los periodistas interpretaron erróneamente sus palabras. Me lo creo menos aún. Que habló pensando que esas “fuentes principales del PP” no serían desveladas. Una ingenuidad impropia de quien quiere ser presidente. Qué necesidad tenía Feijóo de meterse en un jardín minado del que sabía que saldría malherido y, a la espera de lo que pase el domingo, tocado y quien sabe si hundido.

El desliz, el charco y el titubeo, la bomba de racimo, que así lo llama la prensa amiga, no tiene otra explicación que marcar y matizar un territorio que Puigdemont está dispuesto a desvelar y puede dejar en mal lugar al PP. El disparate se hace aún mayor cuando el mismo Feijóo está planteando una posibilidad que no tiene visos de cumplirse, que sea él el que pudiera impulsar el indulto o plantear una amnistía. El jefe de la oposición no está para esas cosas. Y sólo cuando ese jefe de la oposición se convierta en presidente podría suceder. Cuando toque, si es que toca, será tarde. Ad calendas graecas.

El incompresible desliz lo ha aprovechado el Psoe, que ha sacado al inquietante Rodríguez Zapatero a escena vestido de zascandil, para hacer reír a las pobres almas que todavía van a los mítines a echar un rato. Feijóo ha intentado aclarar sus palabras para asegurar que él dijo y sigue diciendo que no al indulto y no a la amnistía. Que un dirigente tan veterano tenga que matizar lo que ha dicho nos da una idea del despiste que le asiste. Ha rectificado, desde luego, pero tarde y, en todo caso, ese lunes El País y La Vanguardia, quiénes si no, ignoraban esas matizaciones.

El error ha dado argumentos al bloque de izquierdas, pero también a la extrema derecha, que hasta ayer por lo menos, tenía en el aire conseguir un solo escaño. Vox, que siempre aparece para tranquilidad y gloria del presidente del Gobierno, califica la equivocación Feijóo "de gigantesca estafa política", y Sánchez, que aprovecha los disparates ajenos con arte y acierto, se toma la libertad de asegurar que si no fuera porque Feijóo está pillado por Vox habría apoyado la amnistía. Lo normal. Sucede lo normal. Incluso en este relato el CIS es también normal.

Los de Abascal creen que cuanto más se equivoque el PP mejor para ellos. Extraña ilusión esta de un partido que lucha por conseguir un asiento, uno, oigan, en el pazo del Hórreo, sede del Parlamento gallego. Esperemos al domingo para confirmar lo que Vox consigue; para ratificar también lo que probablemente evitará, que el PP consiga la mayoría suficiente, para alborozo y regocijo del bloque de izquierdas. El error Feijóo da alas a la izquierda y ánimo a la extrema derecha. ¡Bingo Alberto!

El domingo a las ocho sabremos quién gobernará en Galicia. Un destacado miembro del PP decía la semana pasada que no creía que el resultado, por desfavorable, dejara a su presidente desfigurado y con un pie en el estribo. No creo que hoy pudiera mantener semejante opinión. Si el PP pierde Galicia y Puigdemont cuenta su interesada verdad sobre lo que hablaron, Feijóo tiene un problema. Lo tendrá incluso siendo mentira lo que el prófugo vaya a decir. Y el PP, ese partido saturnal e incompleto, también. ¡Dios, qué aburrimiento!

QOSHE - Feijóo, en propia puerta - Félix Madero
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Feijóo, en propia puerta

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13.02.2024

Como la cosa va de periodistas, me tomaré la libertad de recordar lo que tiene escrito Larra sobre los beneficios que trae saber guardar silencio, algo que Alberto Núñez Feijóo sin duda ignoraba el viernes pasado, el día en que metió la pata para gloria y regocijo de sus adversarios, sean políticos, sean mediáticos: "que el gran talento no consiste precisamente en saber lo que se ha de decir, sino en saber lo que se ha de callar" Claro, que pudiera suceder, que Feijóo se viera obligado al sacrificio a una semana de las gallegas en las que, según algunas de encuestas, pocas e interesadas, la mayoría absoluta estaría en el aire. Quizás no pudiera callar porque tenía algo que parar. O aclarar. "Todo se sabrá", ha escrito Puigdemont a los eurodiputados que, alarmados, le demandan explicaciones. Todo se sabrá y mientras tanto, el PP se tambalea y desfigura.

La verdad, siempre en los aledaños de lo cierto y, por lo tanto, cerca de lo posible, habría obligado de manera inopinada al líder del PP a hablar sobre la amnistía o un posible indulto al prófugo de Waterloo. Obligado por lo que antes del domingo Puigdemont pueda decir sobre las negociaciones que su partido mantuvo con el PP para hacer presidente a Feijóo. En política no se cumple la regla de que la mejor defensa es un buen ataque porque, tal y como están las cosas y demuestra a diario Puigdemont, para ganar no hace falta atacar, y menos cuando es el mismísimo........

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