En la cálida Neiva, en diciembre pasado, una vecina desesperada por el alto nivel del sonido que provenía de una misa de aguinaldo, en plena madrugada, decidió tomar cartas en el asunto y encaró a cura y feligreses, que a esa hora celebraban el rito navideño, interrumpiendo la eucaristía para exigir respeto por el sueño de los demás.

El video -siempre hay alguien en cualquier lugar que graba- pronto se viralizó y puso sobre la mesa una vieja discusión: hasta dónde es tolerable para la tranquilidad del ser humano, y de los animales, estar sometidos a innumerables fuentes artificiales de sonido los cuales, como en el caso de la señora opita, traspasan el límite y perturban el derecho que todos tenemos al silencio.

Unas semanas después la periodista Ana Cristina Restrepo compartió en sus redes la agresión que sufrieron ella y su esposo cuando reclamaron, a un grupo de vecinos en un sector rural, que moderaran el ruido que estaban haciendo. Su episodio ha tenido amplia difusión pues bien sabido es que hasta con la vida se paga cuando por la tranquilidad se reclama.

En mayo de 2022, en este mismo espacio, ya me había referido sobre el tema a raíz de la publicación del informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente (PNUMA), Fronteras: ruido, llamas y desequilibrio, el cual mostraba un panorama más que preocupante, en ese momento, sobre los estragos que produce en la salud un ambiente ruidoso.

Desde problemas para conciliciar el sueño hasta muertes producidas por problemas cardiovasculares derivados del incesante ruido (estrés fisiológico), pasando por pérdida de la audición, dificultades cognitivas, tinnitus y, en el caso de las especias animales, desorientación, son ahora mismo un problema de salud pública.

Por eso, me uno al ‘coro polifónico’ que por estos días reclama que el tema sea tenido en cuenta en la definición de los planes de desarrollo de los nuevos alcaldes, y al seguimiento del proyecto de ley contra el ruido que lidera el representante a la Cámara Daniel Carvalho. No es asunto de amargados, el silencio es un derecho, no un favor.

QOSHE - Opinion El ruido mata - Luis Fernando Rueda
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Opinion El ruido mata

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16.01.2024

En la cálida Neiva, en diciembre pasado, una vecina desesperada por el alto nivel del sonido que provenía de una misa de aguinaldo, en plena madrugada, decidió tomar cartas en el asunto y encaró a cura y feligreses, que a esa hora celebraban el rito navideño, interrumpiendo la eucaristía para exigir respeto por el sueño de los demás.

El video -siempre hay alguien en cualquier lugar que graba- pronto se viralizó y puso sobre la mesa una vieja discusión: hasta dónde es tolerable para la tranquilidad del ser humano, y de........

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