Lejos, muy lejos estamos del ideal griego acerca del deporte, visto como atributo humano para tener cuerpo sano en mente sana. El cotarro armado con la sanción impuesta a Colombia, retirándole la sede de unos Juegos Panamericanos (2027), da para mucho más que la virulenta andanada lanzándole piedras al gobierno por quienes, desde sus trincheras, hacen todo lo posible para que todo salga mal. Como aquí el olvido es cualidad generalizada, ya el presidente Belisario había renunciado en nombre del país a la organización del Mundial de Fútbol 1986, desafiando a fanáticos y “aviones”, dirigentes y locutores deportivos que ya preparaban su agosto, cuando se “empezó a pensar más en el negocio y menos en honrar la competencia deportiva” como lo expresa L. Fdo. Rueda en este diario; y lo hizo con el sencillo argumento de no tener Colombia por qué gastar recursos escasos en eventos de país petrolero.

Sea lo que fuere, el ejercicio deportivo se ha desvirtuado tanto, que de la lúdica se pasó a cárteles que manejan la boletería, negocios milmillonarios donde se venden jugadores como cosas y a presupuestos asombrosos para 15 días de espectáculo. Una experiencia personal ilustra lo que se está diciendo: el Dpto. de Cultura Física y Deportes UIS –así se llamaba- llegó a tener 13 seleccionados inscritos en organizaciones de diferente alcance, que programaban campeonatos competitivos en distintas ciudades financiados en todo o en parte con presupuesto de la U., de suyo precario, lo cual hacía trágico el desplazamiento de grupos a lugares que iban desde Neiva hasta Pasto o Riohacha; para cubrir los desplazamientos había que acudir a diferentes estrategias, la de la totuma incluída.

Se cuestionó tal manejo del deporte, tratando de socializar la idea de aceptar que la U. no tenía por qué producir campeones sino profesionales de alta calidad académica, cuyo ejercicio físico fuera un medio y no un fin en su vida cotidiana; para lograrlo, la formación universitaria podía contribuir. Por supuesto con la oposición de quienes defendían que para competir jugando fútbol o practicando atletismo había que ir hasta Bogotá o Armenia. Deporte sí, pero no en las condiciones que hoy se están dando: compañías multinacionales especializadas en organizar eventos como los Panamericanos (Panam Sports), sobrecostos en construcción de escenarios que luego se abandonan, cuando no inaugurados sin terminar pero con placa y fanfarria, donde los deportistas, héroes y heroínas, son los que menos cuentan.

Libardo León Guarín

lileguar@gmail.com

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Opinion Deporte producto comercial

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16.01.2024

Lejos, muy lejos estamos del ideal griego acerca del deporte, visto como atributo humano para tener cuerpo sano en mente sana. El cotarro armado con la sanción impuesta a Colombia, retirándole la sede de unos Juegos Panamericanos (2027), da para mucho más que la virulenta andanada lanzándole piedras al gobierno por quienes, desde sus trincheras, hacen todo lo posible para que todo salga mal. Como aquí el olvido es cualidad generalizada, ya el presidente Belisario había renunciado en nombre del país a la organización del Mundial de Fútbol 1986, desafiando a fanáticos y “aviones”, dirigentes y locutores deportivos que ya preparaban su........

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