En los cuatro municipios que integran el área metropolitana de Bucaramanga viven cerca de un millón trescientas mil personas. El medio de transporte de la mayoría de ellas es el sistema público de transporte masivo de pasajeros y, es increíble lo siguiente: la asamblea general de accionistas de la empresa que presta tal servicio, llamada “Sistema de Transporte Masivo Metrolínea S.A.”, desde el 14 de septiembre de 2020 aprobó que ella se acogiera a la Ley de Quiebras. Es decir, desde hace tres años y siete meses no tiene vida como sociedad salvo para su liquidación definitiva y la representa legalmente un liquidador, no un gerente.

¿Y cómo se han movilizado diariamente las cerca de 1′300.000 personas que viven en Bucaramanga, Floridablanca, Piedecuesta y Girón durante los 1306 días que van de entonces a hoy? Un alto número de seres, arriesgando su vida en cada viaje y violando todas las normas que se han expedido para la movilización urbana de pasajeros.

¿Por qué? Porque se transportan en motocicletas que “piratean” llevando pasajeros, en autos particulares que son taxis “piratas”, en taxis que se disfrazan de “colectivos”, en viejos buses de las 12 empresas de transporte público urbano de pasajeros que había antes de que entrara a operar el sistema “Metrolínea” y hoy prestan un servicio ineficiente, precario, desordenado, inseguro, no confiable, altamente contaminante, ruidoso, que recogen y dejan pasajeros cada 20 o 30 metros, basado en la “guerra del centavo”.

¿Y dónde han “tomado o esperado” su medio de transporte los bumangueses durante esos 1306 días? En el alto número de “terminalitos piratas” que hay por todos lados en los cuatro municipios del área metropolitana de Bucaramanga, en medio de inmenso desorden, desaseo, inseguridad, caos. ¿Y los costosos paraderos que se hicieron para Metrolínea? Están en ruinas, como los escombros que hay en la franja de Gaza.

En 1990 el sistema de transporte público de pasajeros que había en Bucaramanga era de pésima calidad, inseguro, ineficaz, se basaba en “la guerra del centavo”, recogiendo y dejando pasajeros cada 20 o 30 metros y ahora, en 2024, estamos peor que en ese 1990.

¿Hasta cuándo? Preguntarle “al mono de la pila” pues ese problema no lo ha podido resolver ninguno de los alcaldes que ha habido en Bucaramanga en el siglo XXI.