Aveces en la vida tenemos malas rachas y a mí me tocó una, estuve enfermedad tras enfermedad hasta llegar a una caída accidental¸ la cual me tuvo con un pie morado y con derrames, además de una muñeca fracturada por un buen tiempo. Amo mi trabajo y, por ello, no dejé de hacer correcciones, revisar materiales, los cuales, mediante este silencioso quehacer que lleva a la satisfacción del acabado más perfecto, no cesé de trabajar en ningún momento.

Claro, sí tuve que parar de escribir, ya como periodista; pero mi otra pasión, la corrección y edición, me salvó del tedio. Pero es a propósito de este doloroso accidente que quiero hablar.

Por supuesto que tuve que acudir al Hospital Ortopédico Fructuoso Rodríguez y, tengo que reconocer que basada en otras experiencias hospitalarias, esperaba lo peor.

Al empujar la puerta del cuerpo de guardia ¡sorpresa!, aire acondicionado central, pocas personas, varios médicos, una recepcionista, y eran las diez de la noche, ella indicaba el consultorio al cual entrar, una atención esmerada tanto de doctores como de técnicos y administrativos, rapidez, eficacia, suelos brillantes, una pulcritud en cada sitio que realmente me parecía un espejismo en estos tiempos duros.

Por supuesto que, al tener fractura y por lo mismo la mano enyesada tuve que regresar en dos oportunidades: mis huesos estaban negados a soldarse; pero siempre encontré la misma buena disposición, idéntica higiene, maravillosa comprensión y excelente trato, realmente muy humano. Hospital que a toda costa trata de mantener y lo logra con creces, marcar una abismal diferencia contra bloqueo y todo pronóstico. Hasta llegar a fisioterapia, fue idéntica el esmero, la buena vibra de todo su personal y la diligencia en esos largos pasillos que brillan para hacernos más llevadera la situación de dolor.

Reafirmo que mucho importa la humanidad, solidaridad, atención que se le brinda a un paciente, esa química de la sonrisa atenta hace milagros en quienes llegan adoloridos y se marchan más que complacidos. Cuando se pone tesón y amor en la profesión y en el bien del doliente, no hay bloqueo que pueda con toda esa entrega.

Hoy afirmo que el Hospital Ortopédico Fructuoso Rodríguez es un bálsamo, un real oasis de profesionales, técnicos y personal en general. Claro ejemplo de que sí se puede cuando existe la dedicación, entrega y reales deseos de ser mejores. En el corazón de cada médico y enfermero, late una vocación que no tiene precio, y en cada despedida de este hospital, resonará el eco de una dedicación inestimable.

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QOSHE - Contra todo «pronóstico» - Clara Luz Domínguez Amorín
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Contra todo «pronóstico»

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28.03.2024

Aveces en la vida tenemos malas rachas y a mí me tocó una, estuve enfermedad tras enfermedad hasta llegar a una caída accidental¸ la cual me tuvo con un pie morado y con derrames, además de una muñeca fracturada por un buen tiempo. Amo mi trabajo y, por ello, no dejé de hacer correcciones, revisar materiales, los cuales, mediante este silencioso quehacer que lleva a la satisfacción del acabado más perfecto, no cesé de trabajar en ningún momento.

Claro, sí tuve que parar de escribir, ya como periodista; pero mi otra pasión, la corrección y edición, me salvó del tedio. Pero es a propósito de este doloroso accidente que quiero hablar.

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