X: @marinojgonzalez

El fallecimiento de Federico Welsch me entristeció mucho. La noticia nos conmovió profundamente en casa. Pocas semanas antes había intercambiado con él por correo electrónico. Mi último correo había quedado sin respuesta rápida, cosa poco habitual en él, siempre atento a los mensajes. Pensé que contestaría a principios de año. No fue así.

Al igual que todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo, en muchas partes del mundo, estoy convencido de que lo voy a extrañar, pero también pienso que el tiempo nos dará la oportunidad de apreciar en detalle las inmensas contribuciones de Federico para enaltecer el sentimiento de la amistad, para la valoración de las culturas, para construir puentes que acerquen a las personas y a las ideas, para pensar en perspectiva, para encontrar siempre un espacio para la coincidencia, para vivir con un propósito y construirlo.

Conocí a Federico a finales de 1985. Cuando ingresé a la Universidad Simón Bolívar (USB) como estudiante de postgrado. En ese tiempo Federico era el Coordinador de la Maestría en Ciencia Política. Fue mi profesor en varios de los cursos que tomé. Ahora que miro hacia atrás me maravillo de las múltiples áreas que podía dominar, desde filosofía y teoría política, hasta sistemas electorales comparados, pasando por economía del desarrollo, y relaciones internacionales. Solo por mencionar algunas.

Luego de muchos años, en una conversación en la que le hice la pregunta de cómo había hecho para tener esa visión integral y detallada, me respondió que se debía a su formación doctoral en Alemania, orientada a construir la perspectiva más amplia para el análisis. También creo que se debía a que era inmensamente curioso, todo lo que pudiera ser nuevo atraía su atención. Y además lo podía conectar en los múltiples idiomas que dominaba. En español tenía el dominio de quien respeta rigurosamente un idioma y lo quiere usar bien. Una vez me dijo: «el uso del idioma es una de las pocas cosas de la vida en las que hay que considerar ser conservador».

La mesa de su despacho estaba siempre repleta de papeles, pero ordenada. Utilizaba las hojas por los dos lados, para aprovechar todo. Me decía que en el drama de la guerra la escasez obliga a aprovechar todo al máximo. Entre los papeles de su mesa estaban innumerables solicitudes de admisión a la Maestría en Ciencia Política. Ya era un prestigioso programa, pero bastaba una entrevista con Federico para animarse a entrar.

Siempre motivador, enamorado de Venezuela, con trabajos publicados para entender lo central que es la política en nuestro país. Todo eso ha debido influir para que él supiera que se necesitaba gente formada que interpretara nuestros problemas y diseñara soluciones.

El impulso que Federico le transmitió a la ciencia política del país se fundó en la valoración personal y detallada de todos los que entramos al postgrado. Había un cariño genuino de quien sabe que estaba regando con pasión las posibilidades de expandir el conocimiento sobre nuestro país.

Llegado el momento de decidir quién podía ser mi tutor, como tantos estudiantes, yo no tuve ninguna duda, tenía que ser Federico. Y así nos hicimos amigos. En las conversaciones en su casa, con Bárbara su compañera de toda la vida, se percibía una inmensa admiración por los venezolanos, con innumerables artesanías de muchos sitios del país. Federico dejaba hacer al estudiante, lo dejaba crear, ir más allá de los límites conocidos. Solo sugería o proponía ideas. Y así la investigación se convertía en pasión. Yo se lo agradezco todos los días. Trato de imitarlo con mis estudiantes.

Por esa razón los estudiantes que fueron asesorados por Federico en sus tesis doctorales y trabajos de maestría se cuentan por muchas decenas. Cada uno de nosotros debe recordar múltiples anécdotas de las extraordinarias conversaciones con Federico. Cuando se salía del ámbito de la investigación, cuando se pasaba a todos los temas que podía cubrir con su versatilidad.

En una de esas conversaciones le compartí a Federico que mi mayor interés en investigación se vinculaba más con la dinámica de lo que hacían los gobiernos, no tanto con la ciencia política propiamente dicha. Inmediatamente buscó en su biblioteca un libro y me dijo «esto te puede servir, llévatelo y me lo devuelves después». Era la primera edición del extraordinario libro del profesor William N. Dunn «Public Policy Analysis: An Introduction«, surgido de los cursos que Dunn dictaba en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos.

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Al leer las primeras páginas entendí que esa era el área de investigación que estaba buscando, y que yo no tenía las palabras para definir. En esos tiempos el término «políticas públicas», en el sentido que lo entendemos hoy, prácticamente no existía en Venezuela. Puedo decir que ese libro fue fundamental para mi carrera como investigador y académico. Todo lo que he hecho después tiene que ver con ese «préstamo de libro». Por supuesto no le devolví el libro a Federico. Él no lo hubiera aceptado. Lo tengo en mi biblioteca, como muestra de los caminos que puede abrir un libro.

Luego de terminar la Maestría, seguía yendo a conversar con Federico en su casa, especialmente para los planes de proseguir con el doctorado en políticas públicas. Era bastante claro que debía considerar ir a la Universidad de Pittsburgh, a tomar los cursos del profesor Dunn. Federico fue un gran motivador de esta idea. Y animador entusiasta de que lo que significaba ese plan de cinco años para nuestra familia. Nos ayudó en todo lo que estaba a su alcance.

Y en ese proceso, empezamos a pensar que era una buena idea que al terminar el doctorado me incorporara a la USB como profesor y participara en la creación de un área de investigación en políticas públicas. Esa idea fue de Federico. Quizás absolutamente convencido de que era necesario para contribuir con conocimientos y formación de recursos humanos en la calidad de las políticas públicas en el país. Luego de mi admisión en la Universidad de Pittsburgh continuamos imaginando lo que podíamos hacer en la USB.

A nuestro regreso luego de concluir el doctorado en 1998, animado por Federico para impulsar estas ideas, nos dispusimos a comenzar con la Unidad de Políticas Públicas de la USB. En esta nueva etapa Federico contribuyó con su faceta como analista de políticas públicas, con aportes conceptuales, metodológicos y estratégicos. Todo lo que hemos desarrollado en estos 25 años tiene su contribución y entusiasmo.

En algún momento a finales de los años ochenta del siglo pasado, tal como lo explicó años más tarde, Federico y Bárbara decidieron quedarse en Venezuela. Está visto que Federico definió su misión de vida, y con Bárbara, como apoyo incondicional, se puso en marcha. Primero impulsar la ciencia política en la USB, pero manteniendo vínculos con múltiples instituciones del país. Así que no era raro que participara en eventos, como conferencista, como asesor de estudiantes, en diversas universidades en Venezuela y fuera de Venezuela.

Luego se propuso impulsar la creación del Doctorado en Ciencia Política de la USB a mediados de los años noventa del siglo pasado, quizás unos de los proyectos en los que mostró con más amplitud sus dotes académicas, de convencimiento, rigor, y empuje. Siempre se mostraba orgulloso de la importancia de que tuviéramos en la USB el reto de impulsar estudios doctorales en áreas vinculadas con la ciencia política.

La valoración de Federico de la ciencia que se realizaba en Venezuela lo llevó a participar en diversas comisiones del Programa de Promoción del Investigador (PPI). Era una forma de contribuir a fomentar el rigor en la calidad académica, pero también la valoración de las múltiples áreas de la investigación y la docencia.

También Federico reconocía la importancia del intercambio entre culturas académicas, y por ello se esforzaba en vincular instituciones venezolanas con sus pares en Alemania, y en otros países de América Latina. En esos roles era un extraordinario constructor de puentes y cooperación.

Llegado el tiempo, Federico y Bárbara se mudaron a Margarita. Decidieron vivir en un sitio que apreciaban inmensamente, en el cual disfrutaban como los excelentes anfitriones que eran. Y desde allí Federico continuó contribuyendo en el análisis de la situación de Venezuela en los informes que preparó para el BTI Transformation Index, el cual permite seguir la evolución política, económica y social de los países emergentes.

El último reporte que se publicó fue el correspondiente al año 2022. Se puede apreciar en este reporte la rigurosidad de Federico y su amplia interpretación de la situación del país. A través de este reporte múltiples actores del mundo internacional pueden conocer en detalle aspectos que Federico podía transmitir con precisión por sus casi cinco décadas apoyando la comprensión de Venezuela.

En el primer año de la pandemia de covid-19, la Academia Nacional de Medicina decidió publicar un suplemento sobre los efectos en América Latina. Nos correspondió coordinar ese suplemento de la Gaceta Médica de Caracas. Y se me ocurrió que no había mejor persona para interpretar los impactos políticos de la pandemia en América Latina que Federico. Lo invitamos a preparar una contribución. Federico escribió un artículo original en el que mostró todas sus competencias para el análisis multidimensional de la pandemia. Estaba muy contento de haberlo escrito. Y nosotros apreciamos mucho haber contado con su contribución.

A principios de 2021 falleció Bárbara. La terrible distancia nos impidió acompañar a Federico. De vez en cuando conversábamos a distancia, siempre estaba animado para intercambiar sobre ideas y proyectos, con su actividad permanente de seguimiento de la situación a escala global, y con especial preocupación por Venezuela. Me cuentan colegas que tenía planes para nuevas publicaciones que quería completar en este año 2024.

Federico ha sido muy relevante en mi vida personal, profesional y académica. Haber compartido con él en tantas circunstancias ha sido para mí y mi familia un privilegio inmenso. Sus contribuciones para los venezolanos se pueden apreciar en múltiples áreas. La agenda pendiente contará siempre con la referencia de sus ideas y aportes. Es muy grato saber que Bárbara y Federico hicieron de Venezuela su casa y su causa.

Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).

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Hicieron de Venezuela su casa y su causa, por Marino J. González R.

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08.02.2024

X: @marinojgonzalez

El fallecimiento de Federico Welsch me entristeció mucho. La noticia nos conmovió profundamente en casa. Pocas semanas antes había intercambiado con él por correo electrónico. Mi último correo había quedado sin respuesta rápida, cosa poco habitual en él, siempre atento a los mensajes. Pensé que contestaría a principios de año. No fue así.

Al igual que todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo, en muchas partes del mundo, estoy convencido de que lo voy a extrañar, pero también pienso que el tiempo nos dará la oportunidad de apreciar en detalle las inmensas contribuciones de Federico para enaltecer el sentimiento de la amistad, para la valoración de las culturas, para construir puentes que acerquen a las personas y a las ideas, para pensar en perspectiva, para encontrar siempre un espacio para la coincidencia, para vivir con un propósito y construirlo.

Conocí a Federico a finales de 1985. Cuando ingresé a la Universidad Simón Bolívar (USB) como estudiante de postgrado. En ese tiempo Federico era el Coordinador de la Maestría en Ciencia Política. Fue mi profesor en varios de los cursos que tomé. Ahora que miro hacia atrás me maravillo de las múltiples áreas que podía dominar, desde filosofía y teoría política, hasta sistemas electorales comparados, pasando por economía del desarrollo, y relaciones internacionales. Solo por mencionar algunas.

Luego de muchos años, en una conversación en la que le hice la pregunta de cómo había hecho para tener esa visión integral y detallada, me respondió que se debía a su formación doctoral en Alemania, orientada a construir la perspectiva más amplia para el análisis. También creo que se debía a que era inmensamente curioso, todo lo que pudiera ser nuevo atraía su atención. Y además lo podía conectar en los múltiples idiomas que dominaba. En español tenía el dominio de quien respeta rigurosamente un idioma y lo quiere usar bien. Una vez me dijo: «el uso del idioma es una de las pocas cosas de la vida en las que hay que considerar ser conservador».

La mesa de su despacho estaba siempre repleta de papeles, pero ordenada. Utilizaba las hojas por los dos lados, para aprovechar todo. Me decía que en el drama de la guerra la escasez obliga a aprovechar todo al máximo. Entre los papeles de su mesa estaban innumerables solicitudes de admisión a la Maestría en Ciencia Política. Ya era un prestigioso programa, pero bastaba una entrevista con Federico para animarse a entrar.

Siempre motivador, enamorado de Venezuela, con trabajos publicados para entender lo central que es la política en nuestro país. Todo eso ha debido influir para que él supiera que se necesitaba gente formada que interpretara........

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