Terminado el champagne festivo y la lista de propósitos para el nuevo año, vuelve el país a su agenda diaria de cifras económicas, reporte de homicidios, enfrentamientos del presidente en redes sociales y tráfico en las calles, pero con esa leve ilusión que se tiene al comienzo de cada año de que las cosas pueden ser mejores. Y para el país esta lista de ilusiones sí que es bien grande.

Con 95 masacres al cierre de 2023, el asesinato del firmante de paz Giovanni Chávez Vega, en Cauca, el primero de enero, y del concejal de Tuluá Eliecid Ávila, el 2 de enero, el año comienza con la misma estela de asesinatos de firmantes y líderes sociales que no ha cedido un milímetro. Nada ha podido hacer el actual Gobierno para frenar esta andanada de muerte de la que no puede deshacerse nuestro país.

Si miramos el tema económico, una inflación que cierra al 10 por ciento, según el ministro Ricardo Bonilla (porque al momento de escribir esta columna no se conocía la cifra oficial), una caída en ventas de vivienda del 48 por ciento, un precio de la gasolina que pasó de 10.253 a 15.160 pesos en un año, por citar solo algunos indicadores económicos, hacen prever que en esta materia será un año complicado.

Cerramos el breve recuento con unos diálogos de paz con el ELN en los que esta guerrilla llenó de ilusión al país con el anuncio del fin del secuestro, para luego desinflarlo con las declaraciones de su comandante Antonio García de que solo lo harán cuando el Gobierno garantice la financiación de esta guerrilla. En el Cauca, Arauca y Norte de Santander, principalmente, la violencia sigue en ascenso, mientras las disidencias de las Farc de Iván Mordisco se sientan en una mesa que no avanza y culpan a las disidencias de Iván Márquez de ser ellas las que tienen sometida a la población a todo tipo de controles y abusos, aunque en territorio digan lo contrario. Todo con un gran escenario de narcotráfico de fondo que ninguno quiere reconocer, pero que es el gran negocio que se disputan.

No es un año fácil el que se vislumbra; pero ya ha pasado el tiempo suficiente para saber cuál será la respuesta del Gobierno. Acá no habrá mesas de concertación, ni llamados a los gremios, ni vendrán altos asesores en políticas públicas para enfrentar los retos que vienen. El talante es uno solo, el de estar de acuerdo con el Gobierno o declararlo en contra.

Sabiendo ya de antemano que nada va a cambiar en este carácter de Gobierno, que seguirá enredado en promesas incumplibles y en culpar a otros de su propia ineficiencia, el verdadero reto este año será para la oposición, que tendrá que ser capaz de consolidarse bajo liderazgos viables, que puedan recoger esa frustración de muchos de ver cómo el país se estanca y proponer metas reales que hagan sentir que Colombia puede volver a recuperar esa senda de desarrollo que se vislumbró en algún momento.

El reto no es ya a estas alturas para el Gobierno, porque me temo que seguirá en este camino de usar el espejo retrovisor para justificar lo que no funciona o de decir que son las élites económicas o los medios de comunicación los responsables de que su Gobierno no arranque, porque jamás se permitirá reconocer que es víctima de la propia incompetencia de sus funcionarios y de la arrogancia misma del presidente Petro. Y digo que el reto es para la oposición, porque en este momento de país se requieren líderes de oposición serios, que hagan debates de altura, que se opongan a las medidas regresivas con argumentos, con cifras, con estudios, con expertos.

Es un placer, por ejemplo, leer al exministro de Hacienda José Manuel Restrepo desglosar cada uno de los trinos del presidente Petro, destacando sus aciertos y señalando los que no lo son, de forma tranquila, con cada cifra pertinente, llevando el debate a dónde debe estar. O de aplaudir también lo que hace el representante a la Cámara por Bogotá Andrés Forero, que ha sido un cuidadoso de todos los temas referentes a la administración de la Salud en Colombia. Siempre obstinado en insistir en las respuestas de lo que pasa en asuntos como la vacunación en Colombia, la situación de las EPS, la ausencia de director del Invima. Personas que han mostrado que se puede hacer oposición desde el respeto y el argumento. Y seguro que la lista puede ser amplia.

Lo que menos necesita la oposición en este momento es caer en el campo de la ofensa, del insulto, de la crítica por criticar, de la burla y el chiste simplón, o de los mesianismos divinos que siguen evocando al expresidente Álvaro Uribe como única fuente de sabiduría. Eso no.

Cuánto daño le hace a la oposición, por ejemplo, personas como el congresista Miguel Polo Polo, que no deja de tildar al presidente Petro de exguerrillero, de insistir en el insulto a los miembros del Gobierno mediante videos que más parecen de un adolescente molesto con su padre, que de un congresista que se supone tiene un liderazgo por capitalizar. Eso no.

El comienzo de los nuevos gobiernos regionales será también un medidor de lo que viene. Alcaldes como Alejandro Éder, en Cali, o Federico Gutiérrez, en Medellín, recuperaron para la oposición ciudades capitales que tenían gobiernos afines al presidente. Tienen ahora el gran reto de liderar sus ciudades sin caer en los mismos pecados de utilizar el espejo retrovisor o de culpar a los otros de lo que no puedan. Tienen el reto de demostrar que sí se puede gobernar desde el llamado a la unión y la construcción de propuestas.

Comienza un año en el que la oposición tiene la obligación de consolidarse bajo liderazgos propositivos, que vayan mostrando la que será la apuesta para las próximas elecciones presidenciales.

QOSHE - El mayor reto es para la oposición - Diana Giraldo
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El mayor reto es para la oposición

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06.01.2024

Terminado el champagne festivo y la lista de propósitos para el nuevo año, vuelve el país a su agenda diaria de cifras económicas, reporte de homicidios, enfrentamientos del presidente en redes sociales y tráfico en las calles, pero con esa leve ilusión que se tiene al comienzo de cada año de que las cosas pueden ser mejores. Y para el país esta lista de ilusiones sí que es bien grande.

Con 95 masacres al cierre de 2023, el asesinato del firmante de paz Giovanni Chávez Vega, en Cauca, el primero de enero, y del concejal de Tuluá Eliecid Ávila, el 2 de enero, el año comienza con la misma estela de asesinatos de firmantes y líderes sociales que no ha cedido un milímetro. Nada ha podido hacer el actual Gobierno para frenar esta andanada de muerte de la que no puede deshacerse nuestro país.

Si miramos el tema económico, una inflación que cierra al 10 por ciento, según el ministro Ricardo Bonilla (porque al momento de escribir esta columna no se conocía la cifra oficial), una caída en ventas de vivienda del 48 por ciento, un precio de la gasolina que pasó de 10.253 a 15.160 pesos en un año, por citar solo algunos indicadores económicos, hacen prever que en esta materia será un año complicado.

Cerramos el breve recuento con unos diálogos de paz con el ELN en los que esta guerrilla llenó de ilusión al país con el anuncio del fin del secuestro, para luego desinflarlo con las........

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