El año que despedimos, caracterizado por la avalancha de migrantes hacia países con economías sólidas, queda marcado por el aumento de remesas que envían a los familiares para ayudarlos a suplir las necesidades básicas, pero también, esta acción contribuye al financiamiento de déficits fiscales del Producto Interno Bruto (PIB) de sus respectivos países, lo cual pone de relieve la ‘doble importancia’ de las remesas.
En 2022, los países en los que las remesas representaron una parte importante del PIB fueron: Tayikistán (51%), Tonga (44%), Líbano (36%), Samoa (34%) y la República Kirguisa (31%).

De igual forma, entre los países que más remesas recibieron están: India (111.000 millones de dólares), México (61.000 millones), China (51.000 millones), Filipinas (38.000 millones) y Pakistán (30.000 millones).

Dilip Ratha, jefe de la Alianza Mundial de Conocimientos sobre Migración y Desarrollo (KNOMAD), sostiene que “en muchas economías, las remesas se convirtieron en una ayuda financiera vital durante la pandemia y lo serán aún más en el futuro previsible”. Ratha concluye: “Hemos intensificado la colaboración con los países de origen y los receptores de remesas a fin de mejorar los datos y aprovechar las remesas para movilizar capitales del sector privado mediante bonos de la diáspora y mejores calificaciones crediticias de los países”.

Según estimación reciente, en 2022 había en el mundo 184 millones de personas migrantes en más de 70 países, cifra equivalente al 2,4 % de la población mundial. De ellos, 37 millones indocumentados, lo que indica que 147 millones ‘registrados legalmente’ son quienes envían remesas a sus países.

Estados Unidos, con 50,8 millones, es el país con el mayor número de inmigrantes, de los cuales 11 millones provienen de México, 2,7 de India y 2,1 de Filipinas. Alemania es el segundo con 16 millones originarios de Polonia, Turquía y Rusia. Arabia Saudita ocupa el tercer puesto con 15 millones. Rusia es el cuarto con 11,6 seguida del Reino Unido con más de 9 millones.

El último informe del BID muestra que las remesas recibidas por los países de América Latina alcanzarán un nivel récord de 155.000 millones de dólares en 2023.

En Centroamérica y en el Caribe los promedios son 12,7% y 9,4%, del PIB, respectivamente, alcanzando un 27,3% en Honduras y un 20,6% en Jamaica. En México, a pesar de ser el primer país destinatario, las remesas solo equivalen al 3,9%, y para Suramérica es apenas el 0,7% del PIB.

Por último, es importante destacar que las remesas también representan una contribución crucial para los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), llamamiento universal fijado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, orientado a poner fin a la pobreza, proteger el planeta, mejorar las vidas de las personas y buscar una prosperidad económica a nivel global, que deberá cumplirse para el año 2030.

Ricardo Gaitán
Consultor de marca.