Como la carcoma roe la madera,
Y, tras si es polvo lo que queda,
Lo mismo “La Tristeza”, a su manera,
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Roe el alma, y es una gran polvareda
Lo que deja, en tanto no nos olvida …
La tristeza es solo una moneda
*
De cambio entre la muerte y la vida;
Pero la muerte con la puerta abierta,
Como cerrada a cualquier Avenida
*
de la Felicidad, que, aunque poca, cierta;
con la tristeza, lo único que no muere
es la vida, pero una vida, muerta,
*
salvo en el caso que un substancioso ERE,
extendido por toda su extensa huerta,
le proporcione lo que su sudor no adquiere:
II
Prosperidad y una vida de lujo
En su pueblo o en su ciudad, con espuerta
Entrando los euros sin ningún tapujo
*
En su cuenta corriente, y en mariscadas
Y puticlubs, al ritmo del Amor Brujo,
Derrochándolos cual de habas, calderadas …
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Por más que la tristeza vista de gala,
Para que no le angustien las miradas
De quienes e n el tajo, con pico y pala,
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Se ganan el plato de lentejas diario,
Con la más cruda falsedad se iguala …
Y aunque intente ocultar el calvario
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Del desprestigio, deshonor y oprobio,
No aminoran su alto tono funerario;
La tristeza lo convierte en el novio
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Del silencio que rige en el cementerio,
Que repercute ya en algo tan obvio,
Como el agobio en el climaterio,
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O en la menopausia, ya del declive
Corporal, lleva consigo, ya muy en serio,
El castigo de quien, si es que aún vive,
*
De la tristeza que le deja tan seca
La vida, que, años ha, sin agua su aljibe;
Llegado a este punto, lejos de La Meca,
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Del buen yantar y aún mejor jodienda,
¡La gran vida! de quien sabe y bien que peca,
O mal, porque le importa un higo al menda …
*
Basta echar mano de la hemeroteca,
Para ver que la tristeza no hay quien la venda,
Porque quien la compra su alegría hipoteca,
*
Sin que la cancele con toda su hacienda
Pagando, pues esto le afecta al alma,
Y el alma, que solo la muerte la calma,
Es allí donde feliz … ¡monta su tienda!