4 marzo, 20244 marzo, 2024 Fotografía de archivo (21/02/2024) del exministro José Luis Ábalos. -EFE/ Chema Moya

Nada nuevo bajo el sol. Todo suena a viejo, a visto y oído desde tiempo atrás. Hay quien afirma que los rifirrafes de estos días entre y PP y PSOE acusándose mutuamente de corrupción nos retrotraen hasta 2011. Yo creo que no solo hasta 2011: podría resonar también a 2001, o a 1991 -Filesa, Roldán, "ni de Flick ni de Flock", "dos por el precio de uno"-, ¿recuerdan? El divorcio Ábalos-Sánchez mantiene similitudes con el de Felipe-Guerra y, como ocurrió en aquel caso, también tendrá consecuencias. Para las expectativas de su partido y para el futuro político de sus protagonistas, pero no para el renacido bipartidismo.

Que el PP sea un partido corrupto es algo que no sorprende a nadie. Todo el mundo parece aceptar que se trata de algo que forma parte de su ADN, a sus electores ni les preocupa. Cuando eso sucede en el entorno socialista siempre resulta más traumático, pero a pesar de todo sucede igual. Viene ocurriendo así desde que el bipartidismo se instaló en nuestras vidas. Tras el 15M parecía que esto se acababa, y cuando en el Parlamento aparecieron fuerzas políticas nuevas daba la impresión de que el "y tú más" que PP y PSOE usaban para echarse en cara sus corruptelas, esa puesta en escena iba a desaparecer de la vida parlamentaria.

Quisimos creer que ser corruptos iba a resultarles mucho más complicado, pero no. Tras haber conseguido, gracias al lawfare y a la persecución sistemática, reducir a la mínima expresión (de momento) al único partido que se negó a depender de los bancos, que rechazaba las puertas giratorias y nunca tuvo ningún caso de corrupción similar a los de socialistas y populares. Estos dos partidos, que andan por la vida convencidos de ser los únicos dueños del chiringuito, han vuelto a las andadas. El turnismo regresa y, así, el partido que perdió el Gobierno en 2018 tras ser condenado por corrupción y perder una moción de censura anda salivando estos días con ese regalo del destino llamado caso Koldo, caso Ábalos, caso "Soluciones de Gestión" o como se le quiera llamar.

Un entramado de órdago a propósito de comisiones por compraventa de mascarillas en tiempos de pandemia que huele más que a podrido y en el que hace falta ser un verdadero especialista para no perderse en el organigrama con tanto nombre y tanto apellido, con familiares de por medio además: que si el hermano y la mujer del tal Koldo García Izaguirre, que si Juan Carlos Cueto, que si Víctor Aldama, José Ángel Escorial o José Luis Rodríguez... guardia civiles por aquí, presidentes de fútbol por allá, hasta un Ferrari embargado. Que nunca falte el tufo hortera en estos sucios tejemanejes.

El 'caso Koldo' o cuando todo queda en familia: de un escolta de Ábalos a un peón con un millón de euros


El bipartidismo ha vuelto por sus fueros con sus inercias y vicios de siempre. Sin duda los escándalos de estos días repercutirán en un Gobierno que, cumplidos ya sus primeros cien días, apenas ha conseguido echar a andar. Como jefe de la oposición, a Núñez Feijóo no se le ha escuchado aún ni una sola propuesta constructiva. Si tiene ideas o iniciativas que exponer las desconocemos, pero él y los suyos sí que cuentan con un amenazante proyecto: un plan de actuación que gira en torno a la monarquía y a la centralización del Estado, un diseño que aspira a alinearse con los vientos derechistas y ultraderechistas que soplan en Europa y en Estados Unidos, ya que Vox parece más desactivado cada día que pasa por mucho que Trump bese y abrace a Santiago Abascal.

Al margen de quien presida el Gobierno (no hay que olvidar que aunque lo de la amnistía no salga adelante Sánchez puede continuar gobernando en minoría y sin presupuestos generales), PP y PSOE trabajan para regresar a la casilla de salida y alternarse de nuevo en el poder sin moscas cojoneras a las que aguantar. Como mucho, volver a noviar con ciertos partidos nacionalistas, que alguno ya demostró también en su día (recordemos el célebre 3 por ciento) sobrada pericia para la corrupción.

Ese es el dibujo, caiga pronto Pedro Sánchez o no. Nada de borrar de las instituciones del Estado cualquier vestigio reaccionario o golpista, que tampoco les ha ido tan mal manteniéndolos en sus puestos desde el 78; nada de cuestionar la institución monárquica, aunque quien la haya encabezado durante décadas hiciera siempre lo que le salía de sus reales antojos con toda la inmunidad y la mayor impunidad.

Ábalos y su escaño: porque quiere y puede


En resumen, que da igual que lo que está ocurriendo estos días con Koldo, Ábalos y compañía sea el final de este descafeinado Gobierno de coalición o el prólogo de una larga legislatura: tanto en un caso como en otro, el bipartidismo ha vuelto por sus fueros. Por sus peores fueros.

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El bipartidismo vuelve por sus (peores) fueros

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04.03.2024

4 marzo, 20244 marzo, 2024 Fotografía de archivo (21/02/2024) del exministro José Luis Ábalos. -EFE/ Chema Moya

Nada nuevo bajo el sol. Todo suena a viejo, a visto y oído desde tiempo atrás. Hay quien afirma que los rifirrafes de estos días entre y PP y PSOE acusándose mutuamente de corrupción nos retrotraen hasta 2011. Yo creo que no solo hasta 2011: podría resonar también a 2001, o a 1991 -Filesa, Roldán, "ni de Flick ni de Flock", "dos por el precio de uno"-, ¿recuerdan? El divorcio Ábalos-Sánchez mantiene similitudes con el de Felipe-Guerra y, como ocurrió en aquel caso, también tendrá consecuencias. Para las expectativas de su partido y para el futuro político de sus protagonistas, pero no para el renacido bipartidismo.

Que el PP sea un partido corrupto es algo que no sorprende a nadie. Todo el mundo parece aceptar que se trata de algo que forma parte de su ADN, a sus electores ni les preocupa. Cuando eso sucede en el entorno socialista siempre resulta más traumático, pero a pesar de todo sucede igual. Viene ocurriendo así desde que el bipartidismo se instaló en nuestras vidas. Tras el 15M parecía que esto se acababa, y cuando en el Parlamento aparecieron fuerzas políticas nuevas daba la impresión de que el "y tú más" que PP y PSOE usaban para echarse en cara sus corruptelas, esa puesta en escena iba a desaparecer de la vida parlamentaria.

Quisimos creer que ser........

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