Como pachorra podría calificarse la actitud de los políticos con relación al monumento a los Caídos. Sobresaliente su nula voluntad para afrontar qué hacer, más bien qué no hacer, con el símbolo de exaltación golpista más vergonzoso de Navarra. Ni siquiera la Ley de Memoria Democrática ha sido capaz de espolear sus anquilosadas posiciones, a pesar de lo que, a lo largo y ancho de estos últimos años, se ha escrito acerca de lo que significaba, desdeñándose casi siempre la opción de derribado, ya no solo por razones políticas, estéticas y urbanísticas, sino por imperativo ético. Hoy se lleva la ley, pero no la ética, kantiana o la del sentido común, a la hora de encarar ciertas situaciones a todas luces injuriosas o lesivas para la comprensión de ciertos valores y virtudes humanas.

Es increíble que los políticos sigan usando las palabras mohosas que se repitieron hasta el hartazgo en el pasado reciente sobre qué hacer con el monumento. Siguen barajándose los mismos verbos como “transformar”, “remodelar” y “resignificar” el monumento. ¿Para qué? Para no hacer nada. Y, sí, es verdad, Sanjurjo, Mola y sus hierofantes carlistas ya no están ahí. Lo que está muy bien. Ahora mal, ¿cuál y cuándo será el siguiente paso?

Hemos repetido una y otra vez que se podrá transformar y remodelar su uso, pero nunca resignificar. La palabra mierda, aunque la llamemos jazmín, olerá siempre a mierda. Otra cosa es que quienes la huelan y tengan una pituitaria predispuesta a aceptar que huele a rosa silvestre, lo acepten, no solo con resignación, sino con alegría. A fin de cuentas, eso es lo que ha pasado con el monumento desde que se erigió. Ha estado oliendo a detritus hasta hoy. Un olor consentido por quienes consideraron que ese tufo olía a triunfo, a gloria, a honra por haber vencido a rojos, masones y comunistas y demás ralea barojiana, ateos y blasfemos. Aceptar que esa falsa resignificación convertirá el edificio en un Baluarte o en un Odeón parisino solo puede aceptarse desde una vana complacencia. Sólo un detalle. Los fascistas y golpistas que en su día se resignificaron en demócratas, ¿acaso abandonaron alguna vez su talante franquista? ¿No andamos una y otra vez quejándonos de ese franquismo soterrado en la mayoría de las instituciones del llamado Estado de Derecho? ¿Cómo puede llamarse un Estado de Derecho si quienes mueven sus hilos lo hacen bajo la mirada de un franquismo que jamás han abandonado?

A quienes siguen defendiendo que ese monumento se convierta en un museo de la memoria histórica, “memoria amable”, “memoria equidistante”, “memoria inclusiva”, “memoria piadosa”, “memoria justa y necesaria”, “memoria conciliadora”, “memoria de la Memoria, con mayúsculas”, nos gustaría saber cómo transformarán un monumento de exaltación golpista en un Museo de la Memoria Apaciguadora. ¿Cambalacheando la historia? Es decir, ¿haciendo pasar por virtuosos patriotas a quienes apoyaron y legitimaron el golpe de 1936 y provocaron la mayor masacre conocida en Navarra en toda su historia? Porque el monumento no es ajeno al nombre de los golpistas.

Porque no puede olvidarse que las razones que se exponen para no derribar el edificio bajo la falacia de resignificarlo son idénticas a las que podrían utilizarse para resignificar los nombres de los fascistas que inundaron durante la dictadura las calles con placas, estatuas ecuestres y bustos y alegorías.

Así que, ¿por qué no resignificar los nombres de Garcilaso, director de Diario, o del propio Diario, papel impulsor y activo ideológico del golpe? ¿Y de Eladio Esparza? Y como ellos, a todos los ideólogos carlistas y falangistas navarros que justificaron y participaron en la sublevación que todavía siguen considerando “legítima” en 2023.

Y si nos situamos en el ámbito de quienes en Navarra dirigieron y/o legitimaron el golpe como los Baleztena, Arraiza, Martínez, Morentin, Gómez Itoiz, Nagore, Eúsa, Del Burgo, ¿qué método de resignificación ética, política, social… utilizaremos para reconvertirlos en materia histórica positiva gracias a una nueva reinterpretación de sus biografías golpistas? Si en un tiempo fueron modelos de patriotismo y de amor a Navarra y, por extensión, a España, no será muy difícil resignificar sus discursos y sus hechos, reconvirtiéndolos, también, en demócratas resignificados.

Si un edificio que está hecho con cemento armado es reciclable semánticamente hablando, mucho más fácil lo serán los nombres de quienes hicieron posible la erección del edificio. Así que ya puestos, ¿por qué no resucitar los nombres gloriosísimos de Rodezno, de Mola, Sanjurjo, Queipo de Llano, Yagüe, Cabanellas, Solchaga, Fanjul, Godet…? ¿Acaso no son resignificables? ¿No se los puede rescatar de la abominación en que la democracia los ha colocado, a pesar de que a algunos de ellos, incluso la Ley de Memoria Democrática los ha privado de sus títulos honorables?

Considérese que la operación de resignificación de los Caídos no será completa si no se hace lo propio con quienes lo erigieron. Una resignificación conlleva la otra. Si se resignifica el monumento, habrá que resignificar a quienes lo idearon, proyectaron y construyeron. Es decir, recuperar su memoria fascista bajo el prisma analítico de una memoria amable, equidistante y conciliadora. Si se da como bueno el edificio resignificado, por lógica habrá que considerar así a quienes lo elevaron.

Hay quienes han puesto el grito en la Osa Mayor ante la pretensión de que el gobierno en funciones conceda la amnistías a los separatistas del procés. ¿Y qué piensan que están haciendo los que defienden la resignificación del monumento a los Caídos? Ni más ni menos que indultar/amnistiar a quienes lo levantaron con el fin de honrar la memoria de quienes perpetraron un golpe de Estado.

Si el monumento se puede resignificar con el fin de incentivar la reconciliación entre navarros de todas las épocas, ¿por qué no han de serlo los nombres de los golpistas? ¿Hay alguna diferencia significativa entre ambos?

Si la democracia permite resignificar edificios que son la exaltación del golpismo, ¿por qué no aceptar la resignificación de los nombres que lo hicieron posible? Tanto monta el uno como el otro.

Si la resignificación del monumento frente a su demolición se presenta como una victoria de la reconciliación frente a la crispación y la memoria resentida, pues, eso, completen de una tacada dicha operación, amnistiando al monumento y a quienes durante más de cuarenta años disfrutaron de ser sus más honorables destinatarios…

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Cuando los políticos despertaron, el monumento seguía ahí

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07.11.2023

Como pachorra podría calificarse la actitud de los políticos con relación al monumento a los Caídos. Sobresaliente su nula voluntad para afrontar qué hacer, más bien qué no hacer, con el símbolo de exaltación golpista más vergonzoso de Navarra. Ni siquiera la Ley de Memoria Democrática ha sido capaz de espolear sus anquilosadas posiciones, a pesar de lo que, a lo largo y ancho de estos últimos años, se ha escrito acerca de lo que significaba, desdeñándose casi siempre la opción de derribado, ya no solo por razones políticas, estéticas y urbanísticas, sino por imperativo ético. Hoy se lleva la ley, pero no la ética, kantiana o la del sentido común, a la hora de encarar ciertas situaciones a todas luces injuriosas o lesivas para la comprensión de ciertos valores y virtudes humanas.

Es increíble que los políticos sigan usando las palabras mohosas que se repitieron hasta el hartazgo en el pasado reciente sobre qué hacer con el monumento. Siguen barajándose los mismos verbos como “transformar”, “remodelar” y “resignificar” el monumento. ¿Para qué? Para no hacer nada. Y, sí, es verdad, Sanjurjo, Mola y sus hierofantes carlistas ya no están ahí. Lo que está muy bien. Ahora mal, ¿cuál y cuándo será el siguiente paso?

Hemos repetido una y otra vez que se podrá transformar y remodelar su uso, pero nunca resignificar. La palabra mierda, aunque la llamemos jazmín, olerá siempre a mierda. Otra cosa es que quienes la huelan y tengan una pituitaria predispuesta a aceptar que huele a rosa silvestre, lo acepten, no solo con resignación, sino con alegría. A fin de cuentas, eso es lo que ha pasado con el monumento........

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