Llevo muchos años demandando desde estas páginas, la necesidad de que este país tuviera una industria de inversión propia capaz de responder a las necesidades de nuestras pymes en su crecimiento y desarrollo y, a la vez, garantizar su arraigo en el territorio ante la falta de músculo financiero que supuso la desaparición de las cajas de ahorro, que constituyeron en su tiempo un soporte de primer orden para afianzar nuestro tejido económico.

La desaparición de las cajas de ahorro, a lo que hay que sumar las desinversiones empresariales que tuvo que hacer el banco resultante en respuesta a las directrices del Banco Central Europeo (BCE), más la venta a entidades foráneas de los pocos bancos que nos quedaban, convirtieron este país en un paraíso para que fondos de capital riesgo estatales y extranjeros adquirieran empresas o tomaran participaciones de control en compañías vascas, algunas de ellas estratégicas, obteniendo importantes plusvalías, tras llevar a cabo la correspondiente desinversión.

Afortunadamente, la situación ha cambiado y durante estos meses estamos asistiendo a la puesta en marcha de nuevos fondos de inversión que, al margen de ser una alternativa a la única vía de financiación como la bancaria existente hasta ahora y con una excesiva dependencia por parte de las pymes, tienen como denominador común su misión de tomar participaciones en compañías vascas y garantizar de este modo su arraigo en el país.

La firme decisión hace dos años de un grupo de empresarios y profesionales en la gestión de empresas de larga trayectoria y reconocido prestigio en Euskadi de dar una respuesta a esa situación de ausencia de una industria financiera propia, ha dado lugar a la creación de la gestora de fondos Stellum Capital que se ha visto acompañada, recientemente, por Bidegiñ, el nuevo fondo de inversión creado por Kutxabank, Fineco y Elkargi.

Dos fondos que se incorporan a un sector donde hasta ahora había muy pocos actores, alguno de ellos promovido desde la Administración Pública y que tienen como misión acompañar a las empresas en su desarrollo, crecimiento y generación de valor y, de esta forma, garantizar su arraigo en el territorio.

En definitiva, se trata de poner las bases de un ecosistema financiero propio con la voluntad de aunar en una sola dirección capital público y privado desde la gestión privada en un proceso de reciclaje continuo en el que los recursos generados por esas inversiones vuelvan a colocarse en nuevas empresas en una especie de economía circular, tal y como quedó de manifiesto en la presentación de la Fundación Artizarra y de la gestora de fondos Stellum Capital en un acto celebrado el pasado viernes, en la Cámara de Gipuzkoa de Donostia.

El objetivo, según los promotores de Stellum Capital, es realizar inversiones en pymes arraigadas en el país, comprometidas y vinculadas con su entorno, internacionalizadas y con vocación de largo plazo. De momento, Stellum Capital ha realizado inversiones en un total de 26 compañías de Gipuzkoa con alto potencial de crecimiento, a través de sus vehículos de private equity y venture capital, y gestiona ya 150 millones de euros para alcanzar los 200 millones al comienzo del próximo año. La filosofía y el espíritu que hay detrás de la Fundación Artizarra, junto con la cercanía y el conocimiento de mercado que tienen sus gestores, hace que el 80% de las inversiones ya realizadas se sitúen en empresas ubicadas en la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra.

El arraigo no solo está en la propiedad de las empresas, como es el caso de las compañías familiares que, según un reciente estudio de Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad, son los principales accionistas del 67% de las 25.689 empresas analizadas, llegando a ser el primero en el 65% de los casos, sino también en la generación y retención de un talento local que ostente el poder de decisión en las sociedades como consecuencia de los buenos resultados y de la trayectoria favorable de sus planes estratégicos.

Aunque es de todo punto satisfactoria la irrupción de estos nuevos fondos de inversión, que parten de un capital de 200 millones de euros, como vehículos de financiación de nuestras pymes, sin embargo no estaría de más que desde la asunción de un papel de liderazgo por parte de los responsables institucionales, -que es clave en este tipo de cuestiones que se presentan estratégicas para el país-, se pusieran los mimbres necesarios para poner en marcha un fondo con la suficiente potencia de recursos entre los 1.000 y 2.000 millones de euros para acometer inversiones en grandes y medianas compañías.

La cuestión no es baladí porque en unos pocos años se va a producir la salida de fondos de capital riesgo en empresas de cierto tamaño de este país, tras cumplir su ciclo de inversión y materializar las plusvalías obtenidas, con lo que la existencia de un vehículo financiero propio con esa potencialidad no solo eliminaría la entrada de inversores foráneos con intereses especulativos, sino que serviría para asegurar el arraigo de esas compañías en este país.

En nuestra historia económica reciente, hay casos de venta de empresas, alguna de ellas muy relevante, que han supuesto para el fondo de capital riesgo unas plusvalías de 400 millones de euros por la venta de la participación al nuevo comprador y a su directivo de confianza un bonus de siete millones. Ahora, ese fondo se halla inmerso en una operación de adquisición de otra compañía del mismo sector.

Evidentemente ese gran fondo de inversión vasco no puede ir dirigido a captar los recursos de inversores minoristas que ya están teniendo sus propios vehículos para materializar sus inversiones, sino que debe contar con recursos de otro tipo de actores como las fundaciones bancarias que son propietarias de Kutxabank o las EPSV que gestionan un patrimonio de varias decenas de miles de millones de euros. En este caso, sería necesario modificar la actual normativa con el fin de incrementar la inversión en empresas no cotizadas que, a día de hoy, tiene un tope estipulado por ley.

De la misma forma, desde las Haciendas Forales, se debe impulsar que aquellos contribuyentes que cuenten con patrimonio puedan realizar inversiones en nuestras empresas a través de esos fondos de private equity que se han constituido en Euskadi. Para ello, es necesario poner en marcha una política fiscal que incentive las inversiones mediante deducciones o exenciones fiscales en el impuesto de Patrimonio. Es la mejor forma para que los recursos y el capital generados aquí reviertan en nuestras empresas y, por ende, en favor del conjunto de la sociedad vasca.

Se trata en definitiva de aprovechar las virtualidades que nos ofrece el Concierto Económico, ahora que los catalanes parece que lo han descubierto, tras haberlo rechazado en 1980 al considerarlo una “antigualla”. Una manera de ocultar su temor y miedo de asumir la responsabilidad de la recaudación de los tributos como se hace en la CAV y Navarra. Para ello se necesita ambición, audacia y perspectiva de futuro, algo en lo que, por lo general, parece no andamos muy sobrados.

QOSHE - Industria financiera km. 0 - Carlos Etxeberri
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Industria financiera km. 0

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12.11.2023

Llevo muchos años demandando desde estas páginas, la necesidad de que este país tuviera una industria de inversión propia capaz de responder a las necesidades de nuestras pymes en su crecimiento y desarrollo y, a la vez, garantizar su arraigo en el territorio ante la falta de músculo financiero que supuso la desaparición de las cajas de ahorro, que constituyeron en su tiempo un soporte de primer orden para afianzar nuestro tejido económico.

La desaparición de las cajas de ahorro, a lo que hay que sumar las desinversiones empresariales que tuvo que hacer el banco resultante en respuesta a las directrices del Banco Central Europeo (BCE), más la venta a entidades foráneas de los pocos bancos que nos quedaban, convirtieron este país en un paraíso para que fondos de capital riesgo estatales y extranjeros adquirieran empresas o tomaran participaciones de control en compañías vascas, algunas de ellas estratégicas, obteniendo importantes plusvalías, tras llevar a cabo la correspondiente desinversión.

Afortunadamente, la situación ha cambiado y durante estos meses estamos asistiendo a la puesta en marcha de nuevos fondos de inversión que, al margen de ser una alternativa a la única vía de financiación como la bancaria existente hasta ahora y con una excesiva dependencia por parte de las pymes, tienen como denominador común su misión de tomar participaciones en compañías vascas y garantizar de este modo su arraigo en el país.

La firme decisión hace dos años de un grupo de empresarios y profesionales en la gestión de empresas de larga trayectoria y reconocido prestigio en Euskadi de dar una respuesta a esa situación de ausencia de una industria financiera propia, ha dado lugar a la creación de la gestora de fondos Stellum Capital que se ha visto acompañada,........

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