Albert Montagut

Fue una discusión acalorada en una emisora de radio de gran audiencia. El tema que se discutía era quien había sido mejor entrenador, Pep Guardiola o Luis Enrique. Al final de la tertulia me quedó la sensación de que el mejor entrenador de los dos había sido Leo Messi.

La salida de Messi del Barça fue una tragedia futbolística que arrastrará la historia del club y sufrirá Joan Laporta por el resto de sus días. La marcha del astro argentino antes de coronarse campeón del mundo y certificando de una vez por todas que era el mejor jugador de todos los tiempos, no se calculó bien.

Se quiso maquillar su salida dándole el 10 a una promesa, Ansu Fati, al que los dos números, el 1 y el 0, le pesaron tanto que no pudo con ello. Xavi intentó de todas las maneras que Messi regresara. Xavi sabía más que nadie que su proyecto, ahora aún en construcción, iba a tener un as en la manga que le permitiría hacer todo tipo de diabluras. Messi estaría allí para solucionar los problemas.

La salida de Messi se hizo sin trazar ningún plan, ni financiero, ni mediático, ni deportivo. Se han perdido millones de euros por la ausencia del astro… la rueda de prensa de despedida es la más patética de la historia del club, y deportivamente... ahí están los resultados.

Laporta, en uno de los momentos de la retransmisión del partido ante el Girona, apareció en la pantalla fugazmente mirando el terreno de juego cuando los jugadores del Girona celebraban su histórico triunfo. En la iconografía del barcelonismo, cuando los presidentes se quedan mirando el césped al término del partido se presagia un drama.

Una vez más la prensa se debate entre quienes desean salvar a Xavi e insisten en que no está en la cuerda floja, y en quienes de una forma abierta le señalan como el culpable de esta situación. Las críticas son duras. Laporta le mantiene, pero se entromete en el área técnica. Xavi es su fusible.

A este Barça se le han unido demasiadas cosas. La falta de dinero, la salida de Messi, la planificación a golpe de fichajes, el Espai Barça, Montjuïc, los pitos al himno de la Champions, una junta directiva y un equipo ejecutivo muy discutido, la ausencia de un CEO…

Le costará al Barça salir de esta situación. Los jugadores son culpables en la medida de los errores que cometen. Robert Lewandowski falló aquel cabezazo que hubiera supuesto el 3-3. Lamine Yamal volvió a jugar sólo los últimos minutos. Xavi volvió a hacer un cambio masivo, lo que resulta desesperante porque indica que el planteamiento del partido no fue el correcto.

Son demasiadas cosas que habrá que solucionar. El Barça está en un mal momento y la palabra que resumir este caos es MESSI, en mayúsculas. La reconstrucción pasaba por él.