Un pequeño de sólo seis años fue, la madrugada de este lunes, testigo y víctima de la violencia extrema de su padre. Con total ausencia de la humanidad, el hombre asesinó a su esposa a puñaladas y luego golpeó cobardemente a este niño que no podría defenderse de ninguna forma de su agresor.

Es muy probable que esta víctima de la violencia no pueda conciliar el sueño durante muchos meses, que llore en silencio buscando el calor de su madre que ya no volverá a dormir a su lado y seguramente tendrá pesadillas con el rostro de quien debía ser guardián de su niñez y el guía de sus pasos. Seguramente mojará la cama como una reacción al dolor de su corazón y ya no tendrá a su mamá para que lo consuele.

Este pequeño de seis años y sus dos hermanos adolescentes tuvieron que ver y vivir el pico más alto y doloroso de la violencia machista y, aunque no se ha confirmado, es muy probable que ellos sufrieran el abuso del mal llamado padre, durante muchos años.

Como ellos, cientos de niños se quedan huérfanos de madre cada año por culpa de los feminicidios, y también pierden a su padre, quien seguramente pocas veces ejerció su rol. Al contrario, es fácil imaginar que esos irresponsables causaron tormento a estos niños.

Los niños, niñas y adolescentes son también víctimas de la violencia machista. Cuando leo acerca de una mujer que ha sido asesinada, pienso en los hijos. ¿Quién les ayuda a sanar esa enorme herida que deja una muerte de esas características en la familia? Es un verdadero y horrendo trauma. Sin embargo, poco se habla de ellos en los medios de comunicación.

Si bien la vida valiosa de una mujer se pierde, también se pierde el corazón, la mente y el alma de sus hijos. Es muy famoso el dicho de que cuando una mujer se vuelve madre, nace de nuevo, pero qué pasa cuando un niño pierde a su madre, ¿muere con ella?

Estos niños y niñas deberían ser prioridad urgente del Estado. Hay organizaciones que con mucho amor y esfuerzo trabajan por ellos, pero se necesita que el Gobierno destine recursos que garanticen sus derechos básicos. Estas víctimas son fruto de una pobre educación de su progenitor, son fruto de un Estado que sigue fallando en la prevención de la violencia y son fruto de una sociedad que toma pocas o iniciativas respecto del machismo.

Debería ser tuición del Estado brindar apoyo psicológico a los niños durante todo el tiempo que sea necesario. De igual modo, dar una ayuda económica o en especie para que el derecho a la educación y a la alimentación de esos pequeños esté garantizado hasta sus 18 años, por lo menos.

Los abuelos o tíos que se hacen cargo de los niños también demandan apoyo psicológico y legal, pues deben encarar la educación y formación de sus sobrinos o nietos y un proceso penal que, sabemos, muchas veces logra ser amañado por el feminicida.

Más seguimiento se debería hacer a los niños que no tienen nadie con quien quedarse luego de la muerte de la madre, pues ellos se convierten en una población de altísimo riesgo y vulnerabilidad.

Por un instante miremos con los ojos de estos niños y pensemos en toda la violencia que debieron sufrir en su corta vida, las lágrimas que derramaron por los golpes recibidos o por ver sometidas a sus madres. Sintamos con su corazón el amargo dolor de ver a un padre golpeador, a un asesino. Empaticemos con estas víctimas del horror.

El lunes se perdió la cuarta vida de una mujer en Cochabamba en lo que va de este año. Pero más allá de la estadística, tres niños no tendrán a su mamá para celebrar el 27 de Mayo, un día que seguramente será profundamente amargo para ellos.

Seamos todos guardianes de la niñez de nuestro país.

QOSHE - Víctimas urgentes - Lorena Amurrio Montes
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Víctimas urgentes

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23.04.2024

Un pequeño de sólo seis años fue, la madrugada de este lunes, testigo y víctima de la violencia extrema de su padre. Con total ausencia de la humanidad, el hombre asesinó a su esposa a puñaladas y luego golpeó cobardemente a este niño que no podría defenderse de ninguna forma de su agresor.

Es muy probable que esta víctima de la violencia no pueda conciliar el sueño durante muchos meses, que llore en silencio buscando el calor de su madre que ya no volverá a dormir a su lado y seguramente tendrá pesadillas con el rostro de quien debía ser guardián de su niñez y el guía de sus pasos. Seguramente mojará la cama como una reacción al dolor de su corazón y ya no tendrá a su mamá para que lo consuele.

Este pequeño de seis años y sus dos hermanos adolescentes tuvieron que ver y vivir el pico más alto y doloroso de la violencia machista y, aunque no se ha confirmado, es muy probable que ellos sufrieran el........

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