Podemos clasificar como accidente un hecho que, aun debiéndose a negligencia, falta de conocimiento o capacidad para lidiar con una situación de emergencia, o una conjunción de hechos fortuitos, deriva en un evento catastrófico, pero sin mediar una intencionalidad de provocarlo.

En cambio, un atentado es una acción que alguien planifica y realiza con el fin de crear una situación que produzca un daño a personas u objetos.

En la aviación, especialmente si existen personajes famosos involucrados en accidentes, el público tiende a imaginar fantasiosas historias de atentados, que muchas veces se alimentan con todo tipo de mitos conspirativos.

Como en todas las profesiones, los pilotos muchas veces cometemos errores, la gran mayoría sin ninguna consecuencia además de la propia vergüenza, es por eso la existencia de copilotos que ayudan a redundar en la atención del vuelo y listas de chequeo para verificar cada acción que se desarrolla en la cabina. A pesar de ser el medio de transporte más seguro de nuestro planeta, en algunas ocasiones la suma de detalles causa fatalidades.

Familiares de pilotos involucrados en un accidente fatal tienden a no aceptar nunca que el error humano haya sido la causa del evento, tanto es así, que compañías como Cessna, Beechcraft y Piper en los finales de los años 80 del siglo pasado dejaron de fabricar toda la línea de pequeños aviones por la ingente cantidad de juicios a los que se vieron sometidas debido a que las familias de pilotos fallecidos argüían que los accidentes se debían a factores de fallas de fabricación y nunca por fallas humanas. Aunque estas fábricas ganaran los juicios, los gastos legales eran inmensos y a veces debían cerrar compensaciones para no gastar más dinero y tiempo en la defensa de aeronaves fabricadas muchas décadas atrás.

En nuestro país, dos accidentes han ganado el récord de historias fantásticas. Creo que el principal es el fatídico accidente de una aeronave del Lloyd Aéreo Boliviano que transportaba un equipo de futbol entre sus pasajeros.

Se ha especulado muchísimo sobre este accidente, y hasta circula un nombre de quien puso una supuesta bomba en el aparato.

Si analizamos a priori los datos conocidos de este evento, hacen una coincidencia perfecta con un accidente que en la jerga aeronáutica se denomina CFIT por sus siglas en inglés de Controlled Flight Into Terrain o en español Vuelo Controlado contra el Terreno.

En primer lugar, era un día a finales de septiembre, conocido por ser el mes del humo (como se puede ver, los problemas del humo datan de mucho tiempo atrás), y ese día en particular, la visibilidad horizontal (hacia adelante) estaba muy limitada.

En segundo lugar, la ruta de vuelo de Santa Cruz a La Paz no pasa sobre Viloco, el avión estaba desviado unas cuantas millas hacia el sur de su ruta, algo que una bomba no puede provocar.

En tercer lugar, cuando una bomba explota en un avión como para derribarlo, los restos de la aeronave caen desperdigados en muchos kilómetros, no contra una montaña y concentrados. En caso de sospecha de atentado, es fácil encontrar los residuos del explosivo entre los restos.

A finales de los sesentas, la aviación comercial en Bolivia todavía no estaba completamente normalizada, tanto es así que el vuelo en cuestión venia volando bajo reglas de vuelo visuales VFR (esto significa que no mantenía una aerovía determinada entre fijos de radionavegación y tampoco mantenía mínimos de nivel de vuelo de área, ni niveles asignados por el control de tránsito aéreo, navegando solo por referencias visuales del piloto), y reportó lateral Cochabamba a solo 16.500 pies.

Ligeramente desviado a la izquierda de la ruta, se dirigió a una zona montañosa que tiene unos cerros aislados al noreste del macizo del Quimsa Cruz y que fácilmente, con poca visibilidad, baja altitud y ausencia de señales de radionavegación pueden dar lugar a confusión de la posición e incitar a iniciar un descenso prematuro, impactando contra el Viloco.

El segundo accidente con gran especulación, es uno que ocurrió el año 1980, de una avioneta Piper Aztec luego de su despegue del aeropuerto de El Alto, y que tenía como pasajeros a un grupo de políticos.

Este evento es a todas luces un aterrizaje de emergencia que salió mal, ya que fue realizado sobre una pista de aterrizaje. Indudablemente el piloto tuvo algún problema con el desempeño de la aeronave, que lo decidió a realizar este aterrizaje.

En la época del accidente se contaba que el SEI (Servicio de Extinción de Incendios) del aeropuerto de La Paz, que tenía una torreta de observación muy cerca de la pista, reportó en la frecuencia de torre que humo negro salía de uno de los motores de la aeronave.

Este humo negro es consistente con un motor turboalimentado ahogado, es decir que la inyección de combustible en el motor se adelantó a la presión de aire del múltiple de admisión, falla probable en motores que están siendo operados a grandes altitudes como es el caso del aeropuerto de La Paz, fuera del rango de regulación automática de la inyección y que, por tanto, se la debe hacer manualmente. Aparte de la humareda, esta desincronización de la mezcla aire-combustible provoca una considerable pérdida de potencia, motivo suficiente para buscar un lugar para realizar el aterrizaje, pues a la altitud de El Alto, un Piper Aztec difícilmente puede continuar vuelo con potencia parcial.

La pista de Laja estaba situada a pocos kilómetros de la cabecera de la pista de El Alto, pero no en el mismo eje, por lo cual el piloto tiene que haber dirigido la aeronave hacia la pista de emergencia, ubicarla estando a baja altura y con la tremenda presión de la falla de potencia, realizar un aterrizaje no programado.

Hay que tomar en cuenta que la pequeña aeronave estaba con todo el peso bruto máximo de despegue, (seis ocupantes, que era la capacidad completa del avión, aunque típicamente, había algunas personas que aseguraban que ellas también deberían haber estado a bordo y que salvaron su vida de milagro), mucho combustible, y con un motor sin potencia ejercitando fuerte asimetría en los controles Inclusive habiendo el piloto llegado a la pista de emergencia, el complicado aterrizaje fue tan brusco que rompió la aeronave.

Con mucho combustible, un motor ahogado y los escapes incandescentes, el fuego tuvo que ser instantáneo. Solo pudo escapar de las llamas el pasajero sentado al lado de la única puerta, y gracias a que estaban en una pista, el instructor de un avioncito de escuela que estaba sobrevolando la zona pudo aterrizar en la misma y llevar al pasajero a bordo de su aeronave al aeropuerto de El Alto, y así, posiblemente salvarle la vida.

La figura política de los pasajeros alimenta la hipótesis de que fue un atentado, pero si una bomba hubiera estallado a poco del despegue, el avión no se hubiera dirigido a la pista de Laja, y los restos de la aeronave hubieran estado diseminados en el altiplano. A veces el cálculo político de una victimización de un líder, puede interferir en una interpretación más apropiada de un accidente aéreo.

El autor es piloto de transporte de línea aérea (TLA)

QOSHE - Accidentes aéreos o atentados - Alberto Echalar Ascarrunz
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Accidentes aéreos o atentados

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13.04.2024

Podemos clasificar como accidente un hecho que, aun debiéndose a negligencia, falta de conocimiento o capacidad para lidiar con una situación de emergencia, o una conjunción de hechos fortuitos, deriva en un evento catastrófico, pero sin mediar una intencionalidad de provocarlo.

En cambio, un atentado es una acción que alguien planifica y realiza con el fin de crear una situación que produzca un daño a personas u objetos.

En la aviación, especialmente si existen personajes famosos involucrados en accidentes, el público tiende a imaginar fantasiosas historias de atentados, que muchas veces se alimentan con todo tipo de mitos conspirativos.

Como en todas las profesiones, los pilotos muchas veces cometemos errores, la gran mayoría sin ninguna consecuencia además de la propia vergüenza, es por eso la existencia de copilotos que ayudan a redundar en la atención del vuelo y listas de chequeo para verificar cada acción que se desarrolla en la cabina. A pesar de ser el medio de transporte más seguro de nuestro planeta, en algunas ocasiones la suma de detalles causa fatalidades.

Familiares de pilotos involucrados en un accidente fatal tienden a no aceptar nunca que el error humano haya sido la causa del evento, tanto es así, que compañías como Cessna, Beechcraft y Piper en los finales de los años 80 del siglo pasado dejaron de fabricar toda la línea de pequeños aviones por la ingente cantidad de juicios a los que se vieron sometidas debido a que las familias de pilotos fallecidos argüían que los accidentes se debían a factores de fallas de fabricación y nunca por fallas humanas. Aunque estas fábricas ganaran los juicios, los gastos legales eran inmensos y a veces debían cerrar compensaciones para no gastar más dinero y tiempo en la defensa de aeronaves fabricadas muchas........

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