El día anterior a la jura de la princesa de Asturias, el presidente Sánchez y una nutrida representación de políticos, asociaciones y personalidades izquierdistas celebraron un homenaje "a las víctimas de la guerra y la dictadura franquista". A pesar de que no se dijo ni una sílaba sobre las víctimas de la República tanto anteriores como posteriores al 18 de julio y, más en concreto, del PSOE por la sangrienta revolución de octubre de 1934, el presidente Sánchez declaró que es de ignorantes considerar sectaria y revanchista la Ley de Memoria Democrática. Muchos millones de españoles se lo creen. Y a otros muchos, menos crédulos o más sinceros, el sectarismo y la revancha les parecen estupendos. ¡Cuanta gente tiene el odio como motor de su vida, especialmente en las cosas de la política, esa continuación de la guerra!

Simultáneamente, en varias cadenas, de manera destacada en La Sexta, ha arreciado la campaña antifranquista con todo tipo de tertulias, informaciones y documentales. Todo esto no es casualidad, por supuesto, dado que responde a la estrategia, ya clásica, de refrescar a Franco cada vez que conviene excitar las vísceras de los votantes izquierdistas o silenciar asuntos de actualidad. La faceta visceral se evidenció con brillantez desenterrando a Franco pocos días antes de las elecciones de 2019 y a Primo de Rivera pocos días antes de las de este año. Y la faceta silenciadora la estamos experimentando ahora para amortiguar lo más posible el terremoto amnistiador: por ejemplo, esos oportunísimos vivas a Franco que surgen furtivamente entre las multitudes que protestan estos días frente a las sedes socialistas.

También RTVE, esa supuesta cadena apartidista por estar pagada por todos, colabora en meternos a Franco hasta en la sopa. Por ejemplo, en Saber y ganar, uno de los pocos programas visibles que quedan, aprovecharon hace un par de semanas el concierto madrileño de los Beatles en 1965 para burlarse sutilmente del franquismo explicando que los de Liverpool vulneraron con sus pelos largos los estrechos cánones morales del régimen. Caso ejemplar de cómo la mala fe suele ir acompañada por la ignorancia.

David Bowie contó en alguna ocasión que la primera vez que vio a los Rolling Stones fue en 1963 como teloneros de Little Richard. Al subir aquellos desconocidos mozalbetes al escenario, alguien les gritó: "¡Cortaos el pelo!", ante lo que Mick Jagger respondió desafiante: "¿Para qué? ¿Para parecerme a ti?". Lo interesante de la anécdota es que, medio siglo después, Bowie seguía recordándola como el mayor acto de rebeldía que había visto en su vida. Pero las televisiones progres españolas no se ríen de los estrechos cánones morales del régimen democrático británico.

En los USA de los años cincuenta y sesenta, tanto el Rock and Roll autóctono como el Pop británico fueron duramente combatidos por ciudadanos, políticos, medios e instituciones. Millones de norteamericanos rechazaron esas nuevas músicas por considerarlas medios de penetración de todo tipo de desgracias sociales, desde la delincuencia y el libertinaje sexual hasta el comunismo y el mestizaje. Se escribieron miles de páginas denunciando que formaban parte de una conspiración soviética para destruir Occidente y se celebraron manifestaciones masivas para protestar contra esas músicas y sus efectos. Pero las televisiones progres españolas no se ríen de los estrechos cánones morales del régimen democrático estadounidense.

En los países comunistas las cosas fueron bastante más divertidas, desde la prohibición hasta la cárcel. Ya desde sus primeros pasos en los cincuenta, las autoridades sospecharon que tras esas músicas se escondía un plan de inoculación de las decadentes costumbres yanquis para corromper a los viriles jóvenes soviéticos. Se consideró que aquellos ritmos primitivos promovían el individualismo, el hedonismo, la promiscuidad sexual y otras depravaciones capitalistas. Del mismo modo que en los tiempos del marxismo clásico el opio del pueblo había sido la religión, ahora llegaban las nuevas músicas para ejercer sobre la juventud similares influencias anestesiadoras. Como se prohibió su difusión, los conciertos tuvieron que celebrarse en arriesgadas reuniones clandestinas y los interesados tuvieron que hacer copias de los discos en radiografías, lo que podía desembocar en penas de cárcel por actividades antisoviéticas. Entre los músicos prohibidos estuvieron Alice Cooper, Scorpions, Iron Maiden, Kiss y Madness por incitación a la violencia, Pink Floyd, Judas Priest y Van Halen por propaganda anticomunista, AC/DC y Julio Iglesias por neofascistas, y Donna Summer y Tina Turner por eróticas. Los discos de la mayoría de ellos no pudieron venderse hasta la caída del muro. Pero las televisiones progres españolas no se ríen de los estrechos cánones morales de los regímenes comunistas.

El mensaje emitido en nuestro país desde hace medio siglo es que sólo fue condenable, sólo fue ridícula, sólo fue una excepción sonrojante la España de Franco, aunque la realidad demuestre lo contrario. Y al reírnos de las bobadas ideológicas pasadas, sean ciertas o inventadas, nos olvidamos de reírnos de las bobadas ideológicas actuales, innumerables como las estrellas del firmamento.

El terreno ideológico sembrado y abonado desde hace décadas por el pensamiento único no puede dejar de producir generosas cosechas electorales para los partidos izquierdistas, y en estos asuntos, como en tantos otros, la izquierda comienza bastante a la derecha.

Sólo empezarán a cambiar las cosas el día en el que se cambie el terreno. Labor de titanes.

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Franco hasta en la sopa

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11.11.2023

El día anterior a la jura de la princesa de Asturias, el presidente Sánchez y una nutrida representación de políticos, asociaciones y personalidades izquierdistas celebraron un homenaje "a las víctimas de la guerra y la dictadura franquista". A pesar de que no se dijo ni una sílaba sobre las víctimas de la República tanto anteriores como posteriores al 18 de julio y, más en concreto, del PSOE por la sangrienta revolución de octubre de 1934, el presidente Sánchez declaró que es de ignorantes considerar sectaria y revanchista la Ley de Memoria Democrática. Muchos millones de españoles se lo creen. Y a otros muchos, menos crédulos o más sinceros, el sectarismo y la revancha les parecen estupendos. ¡Cuanta gente tiene el odio como motor de su vida, especialmente en las cosas de la política, esa continuación de la guerra!

Simultáneamente, en varias cadenas, de manera destacada en La Sexta, ha arreciado la campaña antifranquista con todo tipo de tertulias, informaciones y documentales. Todo esto no es casualidad, por supuesto, dado que responde a la estrategia, ya clásica, de refrescar a Franco cada vez que conviene excitar las vísceras de los votantes izquierdistas o silenciar asuntos de actualidad. La faceta visceral se evidenció con brillantez desenterrando a Franco pocos días antes de las elecciones de 2019 y a Primo de Rivera pocos días antes de las de este año. Y la faceta silenciadora la........

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