Anda el socialismo español intentando explicar su última pirueta en el extrarradio de la Constitución, que diría Page, con escasa fortuna. Valga un ejemplo de esta misma semana. Hace unos días, un menor de origen sirio de 17 años fue detenido en Sevilla —y ayer encarcelado— por acumular propaganda, explosivos, mostrar voluntad de atentar y radicalizarse. Cierto que, en vez de independentista catalán —o etarra—, el chaval era proyihadista —como los de Hamás—. Repasemos ahora el historial del comando táctico de los CDR desarticulado en Sabadell: tenían toda clase de propaganda, estaban organizados con una estructura jerárquica en cuya cima el juez coloca a Puigdemont y Marta Rovira, llevaban semanas manejando explosivos, practicaban con bombas en un bosque cercano y hay constancia de su voluntad expresa de atentar para acelerar la independencia de Cataluña.

Mientras al menor sirio le queda una temporada a la sombra, a los guerrilleros secesionistas los salvarán, si la UE no lo impide, porque de Conde Pumpido no cabe esperar nada, los siete votos de Puigdemont y la necesidad de Pedro Sánchez.

Causa dolor democrático ver al ministro de Justicia, y antes de Memoria Democrática, hablar de terrorismo bueno y terrorismo malo. La dicotomía podría explicársela a las víctimas. El terrorismo independentista catalán no se parece al etarra por falta de tiempo. Pero en Cataluña ya hubo grupos de fanáticos separatistas disparando y poniendo bombas a los discrepantes, como Terra Lliure no hace tanto.

Sorprende la fragilidad de memoria de Bolaños, el mismo que organizó la prioritaria exhumación de los restos de Franco en la precampaña del 2019, capaz de distinguir entre las bombas de ETA y las de los CDR. Aunque la ironía es que la rendija de la fábula de los terroristas buenos, que no tenían voluntad de violentar los derechos humanos, podrían escabullirse decenas de etarras. Justo el día que oímos el testimonio de como Txapote acribilló a bocajarro al edil Zamarreño en 1998, 23 años después de la muerte de Franco. Al final aún vamos a tener que pedir perdón los demócratas a los terroristas.